Merkel intenta una retirada ordenada

María Molinos BERLÍN / COLPISA

INTERNACIONAL

Merkel, escoltada por sus colaboradores, esperando en Berlín el inicio de un acto
Merkel, escoltada por sus colaboradores, esperando en Berlín el inicio de un acto KAY NIETFELD | afp

Renunciará a la presidencia de la CDU, no se presentará a la reelección y dejará su escaño

30 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La canciller alemana, Angela Merkel, anunció ayer el principio de su fin político. Los varapalos electorales de las dos últimas semanas en Baviera  y Hesse, reflejo de la erosión de su figura y del desmoronamiento de la gran coalición que encabeza, la han llevado a tomar esta decisión contra su criterio inicial, avanzando el final de una figura clave de las últimas décadas para entender Alemania y la UE.

Las elecciones del domingo en Hesse, donde la CDU aguantó su primera posición pero se dejó once puntos porcentuales, ha precipitado el anuncio, reconoció la canciller. Los resultados son «amargos» y no pueden atribuirse «ni al elector» ni al «buen trabajo» de su partido al frente del Ejecutivo de ese estado federado. La razón, argumentó Merkel entonando el mea culpa, ha sido la «inaceptable» imagen ofrecida por la gran coalición de conservadores y socialdemócratas en Berlín.

En efecto, el cuarto Ejecutivo de Merkel acumula en siete meses un enorme desgaste debido a la falta de impulso político, las diferencias entre sus miembros y las crisis que han estado a punto de quebrarla en dos ocasiones por motivos meramente partidistas. La canciller, que hace dos meses ya pidió «perdón» porque su gran coalición estaba más ocupada con sus problemas internos que con los de Alemania, habló de «persistentes tensiones» en el Gobierno.

Así, Merkel ha presentado el que será el calendario de su abandono gradual de la política. Primero dejará la presidencia de la CDU en el congreso de la formación del 6 al 8 de diciembre. Luego tratará de dirigir el Gobierno hasta las próximas elecciones, en el 2021, y ni se presentará a los próximos comicios ni tratará de imponer a su partido un candidato de su gusto. Ni siquiera aspira a seguir siendo diputada. Se jubilará. «Siempre quise llevar con dignidad mis cargos. Y dejarlos con dignidad», afirmó.

El anuncio supone un cambio radical con respecto a su postura previa, pues hasta ayer Merkel había defendido que el canciller debía ser a la vez el presidente de su partido. No tener ambos cargos «en las mismas manos» era un «error», repitió las últimas semanas, cuando se le preguntaba al respecto ante el desgaste de su figura, su partido y su Gobierno. La decisión es el resultado de «largas reflexiones» que empezaron ya este verano, según reconoció.

El fin de una era

Con su marcha se pondrá punto final a toda una era. Merkel lleva 18 años al frente de la CDU y casi 13 dirigiendo el rumbo de Berlín y, en cierta medida, el de toda la UE, a través de mares revueltos. Ella ha llevado principalmente el timón de estos dos barcos durante las crisis de la deuda y los rescates, durante la crisis de los refugiados, pero también en el escándalo de los motores diésel trucados, durante la invasión rusa de Crimea y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. «Asumí mi responsabilidad sobre lo que salió bien y lo que salió mal», apostilló ayer echando la vista atrás.

Merkel pretende, según diversos analistas, cerrar la sangría de votos y concentrar los esfuerzos del Gobierno alemán en la política. Completar la legislatura, algo que está más que en el aire en la actualidad. No obstante, abre un frente que, mal que bien, estaba hasta ahora relativamente tranquilo: el de su sucesión. La canciller dijo recientemente que cualquier intento de designar sucesor suele «terminar muy mal» y que ella no pretendía imponer su sucesor. No obstante, las quinielas hasta ahora soterradas son ya un secreto a voces.

Tres candidatos cobran ventaja para heredar el timón del partido

Las dos figuras emergentes de la CDU que pueden tratar de llevar las riendas de la renovación son su actual secretaria general, Annegret Kramp-Karrenbauer, de 56 años, una política en ascenso muy próxima en términos humanos y políticos a Merkel, y el ministro de Sanidad, Jens Spahn, de 38, respaldado por los sectores más conservadores del partido. Causó revuelo al exigir el año pasado una ley para regular la actividad de las mezquitas y los imanes musulmanes y se dejó ver en Austria junto con el joven canciller, Sebastian Kurz, defensor de una política migratoria restrictiva que contrasta con la de Merkel. También podría acabar consolidándose una candidatura a la presidencia de la CDU de Friedrich Merz, antiguo jefe del grupo parlamentario conservador.