Venezuela: El chavismo militar también abandona a Maduro

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

Miguel Gutiérrez | Efe

Nicolás Maduro ha dado en los últimos días un paso más hacia el abismo: acaba de declarar la guerra al ala chavista del ejército de Venezuela. Uno de los últimos en caer ha sido el general retirado Miguel Rodríguez Torres, que fue su ministro de Interior y Justicia hasta octubre de 2014.

18 mar 2018 . Actualizado a las 18:01 h.

La detención del ex ministro, el paradigma de la represión contra los opositores en las protestas del 2014, que se produjo el pasado martes cuando asistía a un acto público en un hotel del centro de Caracas no fue la única. Dos días antes corrieron la misma suerte otros nueve oficiales del ejército del tierra: seis tenientes coroneles, un teniente y dos sargentos, acusados de «instigación a la rebelión militar, traición a la patria y contra el decoro militar». Todo ello por sumarse por el Movimiento de Transición a la Dignidad del Pueblo.

Entre los detenidos están el comandante Igbert José Marín Chaparro, responsable del batallón de infantería motorizada Juan Pablo Ayala, ubicado en Fuerte Tiuna, que ha ejercido de secretario privado de Chávez desde 1999 a 2013, y el comandante Eric Peña Romero, antiguo ayudante de Rodríguez Torres y actual director administrativo del Hospital Militar de Caracas.

La ofensiva madurista contra los uniformados sigue: el último en ser incorporado a la lista de detenidos ha sido el mayor general retirado Alexis López Ramírez, exsecretario del Consejo de Defensa de la Nación.

También está en el punto de mira el general retirado Cliver Antonio Alcalá Cordones, quien, a las pocas horas de la detención de Rodríguez Torres, lanzó un comunicado que cayó como una bomba en los cuarteles. «Ante esta situación -dice el texto- no podemos ser pasivos, mucho menos silentes, y es por ello que en mi condición de oficial general del ejército, exijo en nombre de todos los miembros de la FANB, sea cual sea su condición, un trato digno y justo a oficiales superiores que hasta hace poco desempeñaban la honorable condición de comandantes de unidades tácticas de nuestro ejército y que hoy se encuentran recluidos en recintos penales que no cuentan con las condiciones de procesamiento adecuadas». Y concluye: «en estas circunstancias, donde los militares consideran el liderazgo civil incapaz de hacer frente a las arbitrariedades del Gobierno, aumenta la motivación para ellos mismos imponer la razón y alzar la voz ante la desviación de las funciones gubernamentales».

Según la periodista venezolana Sebastiana Barráez, los detenidos «no son militares opositores, sino que están casados con la revolución. Tenían comando y solo a los más probados en la Fuerza Armada les dan poder de fuego».

A juicio de esta analista especializada en temas militares, que habitualmente accede a fuentes informativas de primera mano, Maduro «uso a toda la FANB bajo sospecha, porque acaban de caer incondicionales, los profundamente chavistas y del componente más determinante, el Ejército».

En este contexto ahora todas las miradas se dirigen al ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, compañero de promoción de Rodríguez Torres, quien en declaraciones a Telesur se limitó a decir que «aquí no puede haber golpe de Estado, estamos en pleno siglo XXI». Y agregó: «ahora, que hay intentos y que siempre se esté conspirando y desde el imperio estén moviendo las marionetas acá en Venezuela, tratando de calentar lo que es imposible de calentar, que es la FANB para propósitos oscuros, eso no va a pasar. La FANB está curada, tiene suficiente madurez política, tiene suficiente entereza constitucional».

Que la situación en los cuarteles preocupa especialmente a la cleptocracia que rodea a Maduro en el poder se desprende igualmente de las declaraciones efectuadas por Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), tras la detención de su viejo amigo Rodríguez Torres. «no está preso porque es de oposición, está preso porque en una investigación fueron detenidas unas personas con planes concretos para desestabilizar al país en estas fechas y las personas allí involucradas lo nombran a él como uno de los participantes, esa es la razón por la que está detenido», dijo.

Pero el malestar en los cuarteles venezolanos no es nuevo. De hecho, según datos ofrecidos por la abogada Lilia Camejo, defensora de seis de los últimos detenidos, desde 2014 al menos son ya 90 los uniformados arrestados.

La crisis económica y la hiperinflación que padece el país no solo afecta a los civiles. El hambre han llegado también a los cuarteles, donde de las prebendas del régimen solo se benefician un grupo reducido de altos mandos. Por ello son cada vez más numerosos los casos de militares que piden la baja o sencillamente desertan para cruzar la frontera hacia Colombia en búsqueda de mejores ingresos económicos.

La situación ha llegado a tales extremos que en los últimos días se ha filtrado una comunicación del Ministerio del Interior donde se dictan duras medidas contra los policías y militares que abandonen sus funciones, incluyendo la anulación de pasaportes y alertas a migración.

No es la primera vez desde la llegada de Maduro al poder que hay ruido de sables entre los militares venezolanos. En abril de 2017 corrieron informaciones de un intento de golpe de Estado que involucraron a miembros de la promoción de la Academia Militar de 2012, último grupo de egresados de la era del expresidente Hugo Chávez. Lo que cambia ahora es el contexto: la dramática agudización de la debacle socio-económica venezolana.

Preocupado por su propia estabilidad, temeroso de conspiraciones reales o supuestas, desconfiando de cualquier movimiento dentro del propio régimen que intente desplazarlo, Nicolás Maduro aparece cada vez más aislado. Solo confía en un círculo muy reducido de colaboradores, entre los que se cuentan su esposa Cilia Flores, el vicepresidente ejecutivo Tareck El Aissami y los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, ministro de Información y presidenta de la ANC, respectivamente.

Sólo cuenta con los servicios de la policía política (Sebin) y de la contrainteligencia militar (Dgcim) para abortar conspiraciones reales o supuestas dentro de la institución militar.

Fuera de Venezuela solo le quedan Rodríguez Zapatero y los cubanos, porque el boliviano Evo Morales y el nicaragüense Daniel Ortega se han quedado en amores de conveniencia. Todo apunta a que otro golpe del timón como el del 2002 está a caer… Y esa vez no le va a rescatar un Raúl Isaías Baduel porque el general, ex compadre de Chávez, también está preso.