Aumenta la tensión con Irán, su gran enemigo, tras el derribo de uno de sus cazas
11 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La guerra en Siria entra en una nueva fase tras el derribo de un caza de Israel y eleva un poco más la tensión entre Irán y el Estado judío, los dos grandes enemigos regionales. Las baterías antiaéreas sirias funcionaron de forma acertada por primera vez desde el inicio del conflicto y alcanzaron a un F-16 que tomaba parte en una operación contra objetivos iraníes. Los dos pilotos pudieron eyectarse, cayeron en suelo israelí, donde fueron trasladados a un hospital, y el aparato se estrelló en Harduf. El incidente provocó una respuesta inmediata de las fuerzas israelíes que alcanzaron «doce objetivos, entre ellos baterías de defensa aérea y objetivos iraníes que forman parte del establecimiento militar de Irán en Siria», según un comunicado del Ministerio de Defensa que suponía la primera confirmación oficial desde el inicio de la guerra de un ataque israelí contra bases iraníes en Siria. La defensa antiaérea volvió a disparar, pero esta vez no alcanzaron a ningún aparato.
En Damasco la gente no podía creerse la noticia ya que, pese a las numerosas incursiones israelíes desde el 2011, es el primer avión que pierde Israel en los últimos 30 años. Los medios oficiales calificaron lo ocurrido de «respuesta a una agresión sionista» y en los puestos de control de ciudades como Latakia, los soldados repartieron dulces para celebrar una noticia que fortalece la moral de un régimen que gana terreno en el campo de batalla gracias al fuerte apoyo de Rusia, Irán, Hezbolá y las milicias chiíes llegadas de Irak.
Mientras que para la comunidad internacional la prioridad en el conflicto sirio ha sido siempre el grupo yihadista Estado Islámico (EI), para Israel la amenaza se llama Irán. En los últimos siete años los israelíes han llevado a cabo numerosos ataques selectivos contra depósitos de armas, fábricas de misiles y envíos de cohetes a Hezbolá, milicia libanesa con la que libró una guerra de 33 días en el 2006.
Según la versión israelí de los hechos, el derribo de su F-16 se produjo cuando tomaba parte en «un esfuerzo defensivo desencadenado por un acto de agresión iraní», en palabras del portavoz de las Fuerzas Armadas, teniente coronel Jonathan Cornicus. Los israelíes acusaron a Irán de enviar un dron, que habría salido de una base en Siria próxima a Palmira, en mitad del desierto. Un helicóptero Apache interceptó el avión no tripulado en el valle del Jordán y posteriormente, en la operación contra la base desde la que despegó el dron, se produjo el derribo del caza. Para Cornicus, la intrusión del dron es «la violación más flagrante y más grave de la soberanía israelí por parte de Irán de los últimos años, por eso la respuesta israelí fue tan fuerte».
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, convocaron una reunión de emergencia en Tel Aviv y dieron la orden a sus ministros de que «no hablen sobre la situación en el norte de Israel» hasta que las circunstancias lo permitan, según Haaretz.
Israel difundió un vídeo que asegura recoge el momento en el que se interceptó el dron y afirma tener los restos en su poder, pero Irán calificó de «ridículas» las alegaciones y las enmarcó dentro de las «mentiras» israelíes que tienen el objetivo de «encubrir sus crímenes en la región». «Irán no tiene presencia militar en Siria y envió únicamente a asesores militares a petición del Gobierno sirio», declaró el portavoz de Exteriores, Bahram Ghasemi.
Rusia pide contención
Rusia, otro de los grandes aliados de Al Asad, pidió «contención» ante la «inquietante escalada de la tensión» y expresó su «su seria preocupación por los últimos sucesos y los ataques a Siria», según el comunicado de Exteriores recogido por la agencia Sputnik. Hace una semana del último encuentro entre Netanyahu y Vladimir Putin, y tras el derribo del F-16 los israelíes tienen claro que es Moscú el que pone y quita las líneas rojas en esta guerra en la que su gran aliado, Estados Unidos, es un actor secundario.
Los rusos tienen hilo directo con el Estado judío, pero al mismo tiempo necesitan mantener el equilibrio con sus aliados sirios e iraníes en el campo de batalla. Un equilibrio complejo que revela lo enrevesada que es la situación que se vive en un conflicto poliédrico. En Siria se vive una auténtica mini guerra mundial. La semana arrancó con el derribo de un caza ruso por parte de los insurgentes en Idlib y termina con el derribo del caza israelí y de un helicóptero turco en Afrín.
Las familias de las víctimas de los «Beatles», los verdugos del califato, quieren justicia
Las familias de las víctimas de los verdugos del califato exigen justicia tras la detención de los dos últimos miembros de los «Beatles», apodados así por su procedencia y su acento británico. En lugar de combatir hasta la muerte, como predicaban los vídeos de propaganda del Estado Islámico (EI), huyeron al desierto sirio, donde fueron capturados. Alexanda Kotey, de 34 años, y El Shafee Elsheikh, de 29, están desde mediados de enero en manos de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), las milicias kurdo árabes apoyadas por EE.UU., y su futuro es una incógnita, como el de muchos combatientes extranjeros detenidos en Siria e Irak.
Los «Beatles» eran los responsables de la custodia de los rehenes del EI en Raqa y, según la inteligencia estadounidense, asesinaron al menos a 27 detenidos y torturaron a muchos más, entre ellos a los periodistas y cooperantes extranjeros cuyas decapitaciones difundieron a través de las redes sociales. Tres españoles estuvieron en sus manos seis meses antes de ser liberados: Javier Espinosa, de El Mundo; el fotógrafo freelance Ricardo García Vilanova, y el enviado especial de El Periódico, Marc Marginedas.
Juicio justo
Diane Foley, madre del fotoperiodista James Foley, el primero de los rehenes asesinados ante las cámaras y cuya ejecución en el 2014 empujó a Barack Obama a atacar al califato, pidió «cadena perpetua» para los dos yihadistas detenidos, a quienes le gustaría ver «en un juicio justo» en Estados Unidos. En declaraciones a la BBC, Nicolas Henin, periodista francés que pasó diez meses en manos del EI, declaró que busca «justicia y no venganza», y piensa que esta no se les pueda aplicar «ni en el norte de Siria, ni en Guantánamo».
Un tercer «beatle», Aine Davis, está detenido en Turquía desde el 2015 y el cuarto, Mohamed Emwazi, conocido como Yihadi John y por ser el cabecilla y autor material de las ejecuciones, murió en un ataque de un dron en Raqa, también en el 2015.
Aunque la guerra contra el califato ha terminado, quedan células del grupo en el valle del Éufrates, y tanto las FDS como el Ejército sirio y sus fuerzas aliadas, tratan de acabar con ellas. Es una especie de caza del enemigo en el desierto y así es como las milicias kurdas capturaron a los dos últimos «beatles».