Merkel, en sus horas más bajas

maría molinos BERLÍN / COLPISA

INTERNACIONAL

HANNIBAL HANSCHKE | AFP

Alemania cumple cien días sin Gobierno, una situación inédita

31 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Angela Merkel está en sus horas más baja. Su aura de líder indiscutible ha quedado irreversiblemente dañada en las elecciones del 24 de septiembre. Y sus dificultades para formar Gobierno están haciendo más evidentes las fisuras de los cristianodemócratas con respecto a la que ha sido la figura más relevante de la política alemana y europea durante la última década. Parece que emprende un camino inexorable hacia el ocaso.

La estima por Merkel no deja de caer. Según una encuesta de YouGov publicada esta semana, un 47 % de los alemanes no quieren que termine la legislatura que acaba de comenzar. La apoyan tres de cada cuatro de sus votantes conservadores, algo más de la mitad de los verdes y sectores minoritarios de los demás partidos. En septiembre, este colectivo solo suponía el 36 %. Estos datos se ven ratificados por otro sondeo realizado por el instituto Civey y publicado ayer por Die Welt. Casi la mitad de los alemanes, un 46 %, opinan que la canciller debería dimitir de inmediato como jefa de Gobierno.

La imposibilidad de formar nuevo gabinete ha sido la gota que ha colmado el vaso para muchos. El martes se cumplirán cien días sin Gobierno en Alemania, una situación inédita en el país que se precia de ser un «ancla de estabilidad» para Europa, y podrían pasar otros dos o tres meses, en el mejor de los casos, hasta que se pueda conformar un nuevo Ejecutivo en Berlín.

El primer intento de coalición, un tripartito de conservadores, liberales y verdes, fracasó de forma espectacular casi dos meses después de los comicios y tras cinco semanas de intrincadas negociaciones. El segundo va a empezar formalmente el domingo de la próxima semana, pero sus posibilidades de éxito son una incógnita. Los socialdemócratas, reacios a otra gran coalición, solo se han prestado a abrir un diálogo «con final abierto».

Puede que se alcance un acuerdo sobre la forma de apoyo y los contenidos programáticos del próximo Gobierno. Pero también es probable que las conversaciones se rompan y haya que ir a elecciones anticipadas tras un humillante proceso parlamentario para la canciller.

El progresivo desapego de la sociedad alemana con Merkel no es cosa de tres días. El ejercicio del poder erosiona y la última legislatura ha sido especialmente intrincada para ella. Empezó con la gestión del tercer rescate griego y acabó con el distanciamiento de la Turquía de Erdogan, la Rusia de Putin y los Estados Unidos de Trump, pasando además por la compleja e inacabada crisis de los refugiados. Este último ha sido sin duda el factor que más ha lastrado su figura.

La llegada desde 2015 de 1,3 millones de refugiados a Alemania (equivalente a un 1,6% de su población) le ha pasado una factura que la canciller difícilmente podría haber previsto cuando en septiembre del 2015 sirios, iraquíes y afganos empezaron a llegar a miles cada día a la frontera bávara tras cruzar los Balcanes. La derecha exigió cerrar las puertas y su decisión de mantenerlas abiertas dividió a su bloque conservador y dio alas a la ultraderecha, que ahora, por primera vez desde los años 50, se sienta en el Bundestag. La izquierda la acusó de tibia primero y después, cuando endureció la ley de asilo, la atacó sin cuartel.

No obstante, sería un error por parte de sus rivales darla por amortizada. Muchos la han minusvalorado en el pasado, sobre todo hombres, y han acabado en la cuneta de la historia. Merkel, pragmática y racional, tiene grandes dotes para la negociación y pocas líneas rojas ideológicas. Ya ha firmado antes dos grandes coaliciones con los socialdemócratas, que están asimismo muy presionados para pactar. Merkel puede lograr resurgir de sus cenizas, formar Gobierno y liderar a Alemania en una cuarta y probablemente última legislatura. La complete o no.