Votantes de Macron y Le Pen, a su pesar

INTERNACIONAL

JEFF PACHOUD | AFP

¡En Marcha! no logra la unanimidad sindical ante la ultraderecha y miembros del FN prefieren al fundador

02 may 2017 . Actualizado a las 09:03 h.

«Ni uno ni otro». «Ni patria ni patrón». Las frases de las pancartas de una de las manifestaciones del 1 de mayo en París no son solo un lema. Un sondeo publicado por Le Journal du Dimanche indica que ninguno de los candidatos convence a la mayor parte de los electores en cuestiones fundamentales. ¿Quién está más capacitado para unir a los franceses? ¿Quién es el más honesto? ¿Cuál de ellos conoce mejor las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos? ¿Quién será más efectivo para reducir el desempleo? Según el sondeo, elaborado por Ifop, más del 40 % de los franceses creen que ni Macron ni Le Pen. El domingo habrá millones de votantes de ambos a su pesar. Según el Instituto Odoxa, un 59 % para Macron y un 41 % para Le Pen, que avanza cuatro puntos. Con la pinza en la nariz, unos hablan del mal menor y otros buscan un terremoto a toda costa.

Los engranajes rechinaron especialmente durante las celebraciones del Día del Trabajo. En el 2002 los sindicatos franceses marcharon juntos en la capital para escenificar su rechazo al Frente Nacional. La unión se ha roto en esta campaña presidencial. «Combatiremos a Macron cuando no estemos de acuerdo, como ocurre con su concepto de diálogo social, pero rechazamos la ambigüedad. Abstenerse es darle medio voto a Marine Le Pen. El FN es una estafa, es lo contrario a Francia», dijo desde la tribuna el número uno de la Confédération Française Démocratique du Travail (CFDT), Laurent Berger. «Apoyaré a Macron, aunque no me guste. Entiendo a los que se queden en casa», apuntaba Isabelle, estudiante de arte. El CFDT, junto a la Union Nationale des Syndicats Autonomes (UNSA) y la Federación de Estudiantes pedía, «por Marianne, votar contra Marine». Otras organizaciones sindicales, como CGT, FO, FSU y Solidaires, se desmarcaron del acto para organizar otra manifestación. Los incidentes de este último acto, con tres antidisturbios heridos debido al lanzamiento de cócteles molotov, escenifican también la tensión que se vive en el país.

Miembros y simpatizantes del FN celebraron otro 1 de mayo diferente, su homenaje a Juana de Arco, un símbolo del que se ha ido apropiando la ultraderecha los últimos años. «¡Jean-Marie! ¡Jean-Marie!», gritaban. Le Pen padre saludaba a su audiencia. «Estoy con Jean-Marie desde 1983», recordaba con orgullo Ch. Borey, antiguo trabajador en las minas de la Lorena, que lucía traje para la ocasión. Marine Le Pen ganó allí en la primera vuelta. Borey añora los viejos tiempos en los que su región, que comparte frontera con Alemania y Luxemburgo, era un hervidero industrial. Pero no solo echa de menos la época de las vacas gordas. «Yo prefiero los valores del padre. Su hija los ha traicionado. Hasta se ha rodeado de comunistas y de socialistas», explicaba. Sus acompañantes asentían: «Habrá que conformarse con Marine. Pero Marion, su sobrina, será mejor». La diputada Marion Maréchal-Le Pen es la preferida de los tradicionalistas. Menos maquillaje ideológico. Como el abuelo, que gritaba: «¡Hay que cerrar las fronteras!». Así arrancaba aplausos a un tiro de piedra de Zara, McDonald’s y una Apple Store.

Marine celebraba un mitin en Villepinte, a las afueras de Paris. Le preguntó a Macron por su primer ministro y lo definió como «otro Hollande». Le recordó una frase lanzada por el presidente en la campaña del 2012: «Mi oponente real nunca presenta su candidatura, nunca será elegido, sin embargo, gobierna. Es el mundo de las finanzas». Por la tarde, el candidato de ¡En Marcha! aseguraba en un mitin, arropado por Ségolène Royal, que «el Frente Nacional es el partido anti-Francia».

Brahim Bouarram, el nombre que unió a Macron, Mélenchon y Anne Hidalgo

«Compre un ramillete de muguet, son dos euros». Cada Primero de Mayo Francia permite que cualquiera venda en la calle estas campanillas blancas y olorosas. Celebran la llegada de la primavera y el Día del Trabajo. Cuentan que la tradición de regalarlas comenzó con el rey Carlos IX en 1560. Las hay en cada esquina. Esas y otras flores adornaban también el lugar en el que mataron a Brahim Bouarram, un marroquí de 29 años que fue lanzado al Sena desde el puente del Carrusel por un grupo de cabezas rapadas que asistían al desfile del Frente Nacional. Políticos de distintas formaciones rindieron homenaje ayer a Bouarram. Emmanuel Macron, líder de ¡En Marcha!, la socialista Anne Hidalgo, alcaldesa de París, y Jean-Luc Mélenchon, candidato de la izquierda radical en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Cada uno acudió por su cuenta. Aunque Hidalgo aprovechó la ocasión para pedir que los votantes formen un frente que impida el triunfo de Marine Le Pen. En la placa que recuerda al asesinado se puede leer, sin maquillaje: «Víctima del racismo». Para Brahim Bouarram también había ramos de muguets de franceses anónimos.