Deberá presentar una demanda en el Supremo, cuyo veredicto llegará al Congreso
23 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.No hay día en el que Donald Trump no abra una polémica. La última desató una enorme preocupación entre republicanos y demócratas al deslizar la posibilidad de impugnar el resultado de las elecciones: «Aceptaré los resultados... si gano», desafió el jueves, amenazando así con romper en mil pedazos la tradición de 200 años de alternancias de poder pacíficas en EE.UU.
Sus continuas denuncias sobre una conspiración entre Hillary Clinton, corporaciones internacionales y medios de comunicación para bloquear su victoria han llegado a tal punto que algunos como Tim Kaine, número dos de Clinton, han sostenido que Trump trata de acabar con el pilar central del sistema político de EE.UU. Las valoraciones no han sido más suaves en las filas republicanas, donde la preocupación roza ya la desesperación. «Esta no es la manera de hacer las cosas en EE.UU.», afirmó el comentarista Bob Sheiffer en CBS.
Alrededor del nuevo desafío de Trump se plantean muchos interrogantes porque, en la práctica, no hay ningún requisito legal que determine que deba aceptar los resultados. Si no los acatase, el magnate podría presentar una demanda en la Corte Suprema para que no fuesen validados, algo que solo se podría realizar si la victoria es por un margen muy estrecho en uno o dos estados clave. En este caso, los días siguientes a los comicios serían decisivos si los estados que se disputan son los que más votos tienen en el Colegio Electoral (es lo que ocurrió en el 2000 entre Al Gore y George W. Bush). El plazo de resolución dura cinco semanas, tras las cuales el Congreso debe reconocer los nuevos resultados si los hubiese. Él sería el encargado de contar los votos electorales de nuevo, en una sesión que tendría lugar el 6 de enero, 14 días antes de la investidura.
Si Trump insistiera en no aceptar los votos a nivel nacional, ya certificados por cada uno de los estados y confirmados por el Congreso, se abriría un capítulo sin precedentes. «De ser así podría haber protestas en las calles y el país daría la bienvenida al populismo», dicen en CNN. Para evitar estos extremos, sería necesario que el resultado final tuviese una distancia sólida entre ambos contendientes porque, así, no habría recursos legales hábiles que Trump pudiese utilizar.
De momento, el magnate ha recortado su distancia de 7 a 4 puntos, según la última encuesta de Reuters/Ipsos. «Sorprenderemos al mundo. Esto será como un nuevo brexit y mucha gente lo sabe», dijo Trump el viernes, antes de anunciar un desembolso de 100 millones de dólares en las próximas dos semanas. Las últimas cifras desvelan que, en recaudación y gasto, su rival demócrata va por delante, un dato que no es baladí teniendo en cuenta que ahora es el momento en el que ambos deben movilizar a sus incondicionales y convencer a los indecisos.