El chavismo se parte en cuatro grupos

Pedro García otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

HO | afp

Mientras Maduro cambia el Gobierno y rechaza la amnistía, estallan las primeras escaramuzas entre facciones que pugnan por el control del partido de Hugo Chávez

10 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ubicado en la cabecera del sarcófago de Hugo Chávez y flanqueado por militares, el presidente Nicolás Maduro anunció la madrugada de ayer (hora española) que la llamada revolución bolivariana «se radicaliza» y que rechazará cualquier ley de amnistía que venga de la nueva Asamblea Nacional que abrirá sus puertas el 5 de enero. No fueron los únicos movimientos de un enroque que son vistos como un endurecimiento para mantener prietas las filas a su alrededor. Maduro informó que ha solicitado la renuncia a todos sus ministros para reformar su gabinete. Además, anunció la convocatoria de un congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el gran derrotado en las elecciones del domingo, y que «evitaría» que los restos del presidente fallecido de cáncer sobre cuya lápida daba su alocución fueran «profanados».

Respondía así al anuncio realizado horas antes por el Consejo Nacional Electoral, en el que se hacía oficial que el nuevo Parlamento estará controlado en dos tercios por la oposición, lo que le permitirá a esta convocar una Asamblea Nacional Constituyente y, por lo tanto, desalojarlo automáticamente del poder, aprobar o derogar leyes orgánicas y elegir magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.

De hecho, temiendo que el alcance de esta prerrogativa desmantele el predominio chavista en instituciones importantes, el número dos del régimen y todavía responsable de la Asamblea saliente, Diosdado Cabello, anunció que los doce cargos pendientes de elección en el alto tribunal serán designados este mismo mes con el fin de hurtarle la decisión a la nueva Cámara. «Es una atribución de esta Asamblea Nacional y no la vamos a dejar a un lado», señaló. El opositor César Rincones, diputado también saliente y miembro de la comisión de postulaciones, señaló que «estoy seguro de que nos harán trabajar hasta el 31 de diciembre».

Es una mala noticia para los venezolanos, que esperaban dejar a un lado la política y dedicarse a festejar la Navidad. El resultado no ha abierto las válvulas de escape. Al contrario, está dando paso a un crecimiento de la radicalización que no augura nada bueno, ni siquiera para Maduro.

«A punto de estallar»

Un conocedor de la situación interna del PSUV, que habló para La Voz bajo la condición de anonimato, señaló que el partido «está a punto de estallar» y que hay por lo menos cuatro grupos tratando de disputarse el poder, mientras Maduro trata de mantener las piezas juntas aparentando fortaleza.

Estaría, por un lado, el grupo del presidente, denominado «la cúpula». El exministro del Interior Miguel Rodríguez Torres, general del Ejército, lidera el sector de «los militares». El tercero son «los colectivos», los grupos anárquicos armados que el propio Gobierno fomentó y que funcionan con cierta autonomía. Por último, hay un cuarto formado por los que han sido apartados del poder por Maduro, hombres leales a Chávez que lo acusan de nepotismo y corrupción.

El recién electo diputado y veterano dirigente sindical opositor, Andrés Velásquez, señala que «aquí lo más probable es que la crisis se desate entre ellos mismos». Y lo que sucedió ayer le da la razón. Ocurrió cuando Jorge Giordani, exministro de Planificación apartado del Gobierno en el 2014 tras 15 años en el mismo, y Héctor Navarro, exministro de Educación y también disidente del Gobierno de Maduro, daban una rueda de prensa en la que fustigaban la corrupción y el nepotismo actuales sin dar nombres.

Refundación

Los dos disidentes señalaban que el país se encuentra «en una situación de emergencia revolucionaria» y exigían «una refundición cívico militar de la República», cuando un comando de los «colectivos» ingresó a la sala donde daban su conferencia, llamándolos «traidores» y los obligó a abandonarla, así como a los periodistas que la cubrían. Minutos antes, Navarro había señalado que el Congreso del PSUV era «una farsa aclamativa» para reafirmar al grupo de Maduro. El octogenario Giordani afirmaba, por su parte, que la prioridad era «evitar que aparezca un Pinochet disfrazado de Bolívar». Curiosamente, uno y otro comparten con el presidente la tesis de que los votantes que dieron un arrasador triunfo a la oposición habían sido «engañados», por lo que no conceden legitimidad a un Parlamento elegido por 13 millones de venezolanos.

¿Se abre la batalla sucesoria?

¿Está planteada realmente una destitución, incluso por miembros de su mismo partido, de Nicolás Maduro? Según dos expertos en opinión pública, cuyas encuestas se acercaron notablemente a los resultados del domingo, la respuesta es que sí, en la medida en que, afirman, el presidente venezolano «no ha entendido el mensaje» que le envió el electorado y que la crisis económica tenderá a agudizarse el año que viene.

Jesús Seguías, presidente de la firma encuestadora Datincorp, señala que el país «está a punto de perder la paciencia» que, según sostiene, mantuvo hasta las elecciones para emitir un voto que «ha sido plebiscitario». El analista indica que todos los estudios de opinión muestran que tres de cada cuatro venezolanos «no creen a Maduro capaz de solucionar la crisis», y que igual cantidad, por encima del 70 % de los consultados, consideran que el fallecido Hugo Chávez «cometió un error al dejar como su sucesor» al actual presidente. «Maduro, rectifique», indicó el experto en una conversación radiofónica afirmando que «en Venezuela hay gente que no come» y que «esa debe ser la prioridad de la gestión, no mantener el poder».

En la misma línea se manifiesta otro politólogo, J. Edgard Gutiérrez, de la firma Venebarómetro, quien también acertó el resultado electoral del domingo. Este experto señala que «Maduro pretende seguir adelante como si todavía fuera mayoría. Ni Maduro ni varios, cito a Jorge Rodríguez, jefe de campaña de la perdida elección, parecen haber entendido nada. Siguen adelante como si ellos hubiesen ganado. Amenazas como el nombramiento de los magistrados del Tribunal Supremo van a plantear el escenario de un choque de poderes y son una expresión no democrática, muestran a un Gobierno que no acepta que perdió una elección de forma contundente».

A su juicio, el mandatario «no tiene cohesión interna ni piso político» para internarse en ese escenario. «Va sin herramientas a esa batalla. La crisis económica se va a poner muy grave, y eso va a acelerar sus problemas. La oposición tiene un mandato muy claro y los estudios revelan un cambio político muy claro de la población, que está pidiendo la salida pacífica, democrática y constitucional de Maduro, según el 67 % de los venezolanos preguntados en sondeos».

Para mayor problema del PSUV, Maduro es apenas el quinto líder mejor evaluado del país. Por encima de él están el empresario Lorenzo Mendoza, el preso político Leopoldo López, el gobernador Henrique Capriles, el alcalde Antonio Ledezma y la exdiputada María Corina Machado. Los primeros chavistas que aparecen en la lista son Diosdado Cabello, con un 2 % de aceptación, y Elías Jaua, con 1 %. Es decir, el presidente no tiene relevos claros.

Según el análisis que de los hechos hace el diario El Nacional, los chavistas de base achacan la derrota sufrida al propio Maduro, a Rodríguez, Cabello y a Tareck el Aissami, gobernador del central estado Aragua. Estos cuatro forman parte de la cúpula más alta del chavismo. Aunque quisieran mover la silla al presidente, no tienen argumentos.