El frío no garantiza la paz

INTERNACIONAL

16 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchos expertos dudan de que vaya a haber una nueva ofensiva en Ucrania. Se basan en una leyenda histórica muy extendida: la de que el invierno ruso ?o ucraniano, en este caso- condena a la derrota al ejército que inicia un ataque en los meses de frío. No es necesariamente cierto. En contra de lo que se cree, Napoleón perdió la mitad de sus hombres antes de la primera batalla importante, a causa de enfermedades, deserciones y combates menores; y la famosa retirada de invierno comenzó realmente en otoño. También el ejército alemán, en la Segunda Guerra Mundial, había fracasado ya cuando llegó el frío. El «general invierno» se cuelga medallas que no le corresponden. En todo caso, las guerras civiles, y la de Ucrania lo es, no tienen períodos de veda. Si no, que se pregunten a los españoles que combatieron en Teruel.

Pero de la misma manera que es muy posible que veamos escaramuzas a lo largo del invierno en el este de Ucrania, la gran ofensiva rusa de la que habla el Gobierno de Kiev es improbable. No por razones meteorológicas, sino metodológicas. Incluso aceptando las cifras que suministra la OTAN, el tipo y la cantidad de material que habría introducido Rusia en las regiones separatistas en la última semana no son suficientes para lanzar una ofensiva.

Una hipótesis más creíble es que Rusia trata de asegurarse que no habrá una ofensiva, pero gubernamental, después de los resultados de las elecciones parlamentarias. En ellas el presidente Poroshenko no ha logrado consolidar su liderazgo como él y Moscú esperaban. Su partido quedó en segundo lugar en porcentaje de voto y, aunque el disparatado sistema electoral le ha otorgado una ventaja considerable en escaños, Poroshenko queda de nuevo a merced de su primer ministro Arseni Yatseniuk, partidario de reanudar la guerra a toda costa. El acuerdo de Minsk de septiembre pasado, con el que Poroshenko y Putin pensaban congelar el conflicto y comenzar un proceso de descentralización en el Este ucraniano, está en el aire.

Los rebeldes tampoco estaban entusiasmados con el alto el fuego. Han empezado a sentir claustrofobia en sus enclaves y llevan semanas intentando limpiar los islotes de resistencia gubernamental, de ahí los combates en torno al aeropuerto de Donetsk. Moscú teme que, del otro lado, las milicias voluntarias ucranianas, que también están deseando la confrontación, fuercen a Kiev a enviarles tropas regulares de apoyo. La ostensible entrada de material ruso de estos días es una advertencia para que no lo haga. Lo mismo que la denuncia pública de la OTAN es una advertencia para que Moscú no vaya más lejos tampoco. Mientras tanto, el verdadero frente que se abre ahora es el económico, y con Putin con una mano en el grifo del gas ucraniano, esa sí que es una batalla que puede ganar el «general invierno».

el mundo entre líneas