Ciudadanos que amanecen entre el miedo y la esperanza

julio á. fariñas CARACAS / ENVIADO ESPECIAL

INTERNACIONAL

07 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Vivir en Venezuela, especialmente en una ciudad como Caracas que con su área metropolitana supera los seis millones de habitantes, hasta convertirse en la sexta aglomeración urbana más grande de América Latina, supone una pesadilla cotidiana para la mayoría de sus ciudadanos; sobrevivir, un auténtico reto.

A las seis de la mañana, la práctica totalidad de las arterias viarias ya están colapsadas. Un recorrido urbano de unos 12 kilómetros por la autopista Francisco Fajardo que atraviesa la ciudad, a esas horas, no baja de 90 minutos.

La situación mejora ligeramente a media mañana, siempre y cuando a uno no le pille por el camino una tromba de agua, como el llamado cordonazo de San Francisco, propio de esta época de tormentas, porque, hasta que no escampe, los que viajan en moto -un auténtico enjambre humano- se cobijan bajo los puentes.

A partir de las cinco de la tarde, el escenario se repite. Si el caraqueño necesita pasar por el supermercado a hacer provisiones, tiene que invertir en ello un promedio de un par de horas más, porque a la hora de pagar, al menos estos días, las colas también son kilométricas, ya que la harina de pan, con la que hacen las populares arepas, suele escasear y cuando corre la noticia de que llegó, la gente hace acopio.

Una vez en la casa, la pesadilla no acaba, porque si se enchufa la tele, lo más probable es que se encuentre a Chávez en directo en todas y cada una de las cadenas públicas y privadas de radio y televisión. o con un apagón de varias horas.

Los fines de semana, el panorama no es más halagüeño, porque el salir de noche, es decir, a partir de las siete de la tarde, es jugársela y correr un serio riesgo de ser víctima de un atraco o de que le peguen a uno unos cuantos tiros, simplemente para quitarle un teléfono móvil de última generación o el coche.

La esperanza

Este escenario no es nuevo. Buena parte de los problemas que padecen los venezolanos ya existían cuando llegó Chávez al poder, pero a lo largo de sus 14 años de Gobierno se han incrementado de forma exponencial. Ello a pesar de que nunca entró tanto dinero en las arcas del Estado como en este período: 1,5 billones de dólares, de petrodólares.

El hartazgo de la ciudadanía frente a este panorama es palpable, máxime para quien haya tenido la oportunidad de conocer la realidad del país a lo largo de la última década.

La campaña electoral fue una auténtica carrera de obstáculos para una oposición más unida y organizada que nunca. Enfrentó a un Chávez enfermo, que hablaba de asegurar la independencia nacional, consolidar la revolución, salvar el planeta y convertir a Venezuela en una potencia mundial, y a un Capriles que ofrecía propuestas concretas para solucionar los problemas de salud, seguridad, educación, empleo y vivienda.

La respuesta a estas dos ofertas de futuro llegará hoy cuando se sepa el veredicto de las urnas a las que están convocados casi 19 millones de ciudadanos. Son muchos los que piensan que el futuro empieza mañana.

Desde que llegó Chávez al poder, los problemas se incrementaron de forma exponencial