China desembarca en Europa

Leoncio González REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

La estrategia selectiva de Pekín consigue dividir a la UE en dos bloques

18 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Existe un amplio conocimiento de la expansión de China por África y América Latina, dos continentes sobre los que ha ido extendiendo sus tentáculos en busca de la energía y las materias primas que demanda su crecimiento. En cambio, se conocen menos las rutas que emplea para colonizar Europa: el eurocentrismo que predomina en la opinión pública del Viejo Continente, y la falsa creencia de que el declive de Occidente tiene que ver solo con EE. UU. y no con nosotros, han fabricado el espejismo de que estamos a salvo del auge de Pekín o de que, como mucho, se reduce a la apertura de restaurantes y tiendas de baratijas en nuestras ciudades.

Un estudio reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores a cargo de François Godement, Jonas Parello-Plesner y Alice Richard obliga a desechar esta ilusión. China se ha convertido ya, sostienen, en un nuevo elemento de división en el interior de la UE puesto que, como muestra el gráfico, se está abriendo una brecha. A un lado, países como Grecia, Portugal, Italia o España que reclaman el auxilio oriental para sortear su endeudamiento. En el otro, los que, con mayor vocación exportadora, como Alemania, el Reino Unido, Holanda o Suecia, libran un pulso con Pekín para que elimine las barreras proteccionistas con que preserva su mercado.

Los primeros son más olvidadizos en materia de derechos humanos o dan la cara por China, como hizo el Gobierno español para conseguir que se levantase el embargo de armas europeas al gigante asiático. Temiendo además que las empresas chinas se conviertan pronto en competidoras de sus multinacionales a nivel global, los segundos se muestran más receptivos al sufrimiento de los disidentes y promueven cruzadas liberalizadoras en órganos multilaterales como la OMC. La dicotomía, en cualquier caso, es la primera victoria de los chinos ya que impide articular una voz común que los emplace con el respaldo de Europa entera.

Tres son, en esencia, los itinerarios que sigue Pekín para extender sus redes: la diplomacia de los bonos, la adquisición de empresas europeas y la participación en concursos públicos, preferentemente obras de infraestructura como la construcción de la autopista entre Varsovia y Lodz, en Polonia. «Están acaparando todo lo que hay disponible», aseguran Godement, Parello-Plesner y Richard, quienes enumeran como prueba el arrendamiento del puerto del Pireo por 35 años, la compra de MG y Volvo, la apuesta para salvar Saab, las inversiones en Daimler, la creación de un centro off-shore cercano a Florencia, el asentamiento en Suecia de una compañía de telecomunicaciones, la apertura de oficinas del Banco de Desarrollo de China en siete países del Este de Europa o la adquisición de una destacada firma de moda italiana.

El comportamiento de Pekín en Europa, argumentan los autores, sigue patrones similares a los que le permitieron forjar en África una cadena de influencia que incluye el transporte, el ensamblaje, la logística y, en algunos casos, la distribución. Por tanto, es muy selectivo. Se concentra en los países que baña el Mediterráneo, Grecia, Italia o España, donde prometió invertir mil millones de euros en bonos, y en varios del antiguo bloque soviético como Hungría o Bulgaria.

Entre los fines que persigue el régimen fundado por Mao se cuentan diversificar las reservas de ahorro que tiene en el exterior, evitar que la eurozona se hunda para que sus exportaciones hacia ella no se resientan y acceder a la tecnología avanzada de las empresas del continente. Al mismo tiempo, da por hecho que los favores que realiza ahora tendrán retorno político más adelante. Bastará con que los países agraciados por sus atenciones sean receptivos en cuanto la UE promueva o haga cosas que no sean del agrado de Pekín. Como se sabe, bastan unos pocos para torpedear la unanimidad que requieren algunas decisiones de Bruselas.

La penetración china en la Unión sigue patrones similares a los que utilizó en África