División, rencor y miedo

Leoncio González

INTERNACIONAL

07 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Con el permiso de Zavalita, el personaje inolvidable de Conversación en la catedral, la novela de Vargas Llosa, el Perú sigue jodido. Menos de tres puntos de diferencia entre Humala y Fujimori muestran que el país sale de las elecciones más dividido de lo que resulta conveniente. Con ua agravante: hay rencor y hay miedo. Las urnas han dibujado un abismo entre la costa y el interior, entre las rentas altas y medias de las zonas urbanas y las que rozan la pobreza en las andinas, sin dejar vasos comunicantes que mitiguen la fricción.

El resultado tiene una interesante lectura exterior, ya que interrumpe el ciclo expansivo de la derecha en la fachada sudamericana del Pacífico que se abrió con el triunfo de Piñera en Chile y prosiguió con el de Santos en Colombia. Al tiempo, cambia la correlación de fuerzas dentro de la izquierda latinoamericana ya que, si la conversión de Humala al credo de Lula no es una simple estratagema, crecerá la influencia de Brasil en detrimento de la del eje bolivariano. Se trataría, por tanto, de un retroceso del modelo de Caracas, un nuevo golpe para Chávez, que ya no parece capaz de detener su pérdida de atractivo en la región.

Estas consideraciones pasan a segundo plano, sin embargo, ante las preguntas que angustian a los peruanos. ¿Reconocerá el fujimorismo la derrota o se embarcará desde el primer momento en una oposición desleal para hacer ingobernable el mandato de Humala? ¿Pesará más en este la moderación que exhibió durante la campaña para hacer olvidar sus antecedentes o se dejará arrastrar por el maximalismo del que no han abjurado sus compañeros de viaje? Respuestas ligeramente equivocadas de cualquiera de las partes pueden dar lugar a una tragedia. La intensa polarización convierte a Perú en un polvorín.