Desiré Kaukou Tenoh (37 años) nació en Costa de Marfil y desde hace seis años es cura en varias parroquias gallegas. Actualmente es rector de Alborés y Os Baos (Mazaricos), y Brandomil, Brandoñas y Muíño (Zas) y es muy querido por sus feligreses. Desprende humanidad y muestra una gran pasión por lo que hace. Expresa una gran preocupación por lo que ocurre en su país.
-¿Cómo valora los últimos acontecimientos en su nación?
-Lo bueno ahora para la gente de Costa de Marfil es que se puede decir que hay paz. Estamos intentando entrar en la legalidad. Por lo menos han terminado las matanzas. La gente aspiraba a esto, tenía ganas de esto, de volver a las actividades diarias, a la paz, a la tranquilidad, de poder ir al mercado a comprar sus tomates sin miedo. Hasta ahora han estado encerrados en su casa a causa del conflicto armado.
-¿Qué sucederá a partir de ahora? ¿Habrá conflictos entre musulmanes y católicos?
-Eso era lo que querían, pero no llegaron a eso. Yo soy católico, pero agradezco mucho lo que han hecho los musulmanes. Se hablaba de que los mataban, quemaban sus mezquitas o que asesinaban a imanes, pero ellos no entraron en ese juego. Hubo gente que quería este tipo de enfrentamientos, pero no cayeron en esas provocaciones.
-¿Qué papel jugó la Iglesia?
-Soy sacerdote, pero algunos misioneros que están en Costa de Marfil han lanzado mensajes de apoyo a Laurent Gbagbo. No lo hacían directamente, pero sí se percibía y eso no está bien.
-¿Será complicado pacificar el país?
-Es como reaprender a vivir juntos. Hasta ahora había un mensaje de odio. Parece que todos eran enemigos. El problema era político y no solo a nivel gobernantes. Hay la idea de que Costa de Marfil es un país que todavía no está hecho. Somos sesenta etnias. Había una especie de plan para trabajar juntos, pero no llegó a cuajar. La gente del norte se sentía como de segundo rango y no se supo crear una familia. Ahora hay un discurso de unidad y de paz por parte del nuevo presidente.