La odisea del«Le Ponant», 30 secuestrados en un precedente de este mismo mes

La Voz

INTERNACIONAL

21 abr 2008 . Actualizado a las 02:44 h.

El asalto al pesquero vasco con tripulación gallega se produce poco más de dos semanas después de que un grupo de piratas secuestraran un velero francés, utilizado para cruceros de lujo, en una zona cercana al incidente de ayer. El Le Ponant, con treinta tripulantes a bordo, regresaba el 4 de abril de las islas Seychelles hacia el Mediterráneo, cuando fue asaltado por un grupo de piratas que llegaron hasta el velero en unos botes, probablemente tras abandonar un barco nodriza. Los asaltantes dirigieron el barco hasta la costa este de Somalia, al tiempo que negociaban con el Gobierno francés el pago de un rescate.

Mientras las autoridades galas hablaban con los secuestradores, el Elíseo envió un equipo de operaciones especiales en previsión de un eventual fracaso de las negociaciones. Sin embargo, las conversaciones revirtieron en el pago de un rescate por parte del armador y la liberación sin mayores incidentes de los treinta tripulantes a bordo del Le Ponant, el 11 de abril, una semana después del asalto. El propio presidente de la República, Nicolás Sarkozy fue el encargado de anunciarlo. Poco después de la liberación, seis de los secuestradores fueron detenidos tras la intervención de las tropas de élite francesas, previa autorización del gobierno somalí.

Dos millones de dólares

Posteriormente trascendería que el armador de Le Ponant tuvo que pagar dos millones de dólares para conseguir la liberación de los rehenes. El diez por ciento de esa cantidad fue recuperado durante la operación en la que fueron detenidos los seis piratas que, algunos días después, serían trasladados a París para ser juzgados.

A lo largo del secuestro, ninguno de los rehenes sufrió daño alguno. Con todo, informaciones posteriores a la liberación revelaron que parte de los secuestrados no formaban parte de la tripulación, sino que eran turistas, aunque se hicieron pasar por tripulantes para evitar la reclamación de un rescate aún mayor.

El incidente del Le Ponant y, ahora el del Playa de Bakio, confirman la peligrosidad de una zona en la que los antiguos pescadores de la región han cambiado las redes por las armas.