El general Musharraf reenvía al exilio al ex primer ministro Sharif

Stefan Mentschel / Rana Jawad

INTERNACIONAL

11 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El vuelo PK 786 de la compañía Pakistán International Airlines aterrizó a las 8.45 hora local (5.40 en España) en Islamabad procedente de Londres. A bordo se hallaba un destacado pasajero: el ex jefe de Gobierno Nawaz Sharif. Tras siete años en el exilio, uno de los más fervientes opositores al presidente Pervez Musharraf regresaba a Pakistán, en vísperas de las elecciones presidenciales y legislativas. «Estoy feliz de volver a estar en mi patria», dijo Sharif. Pero su alegría no duró mucho. Pocas horas después de su llegada, fue enviado de vuelta a Arabia Saudí, país al que había sido deportado en el año 2000.

Nada más pisar suelo paquistaní, Sharif lanzó un desafío a su rival. «Vuelvo a mi país con la intención de que salga de la anarquía en la que lo ha sumido la política de un solo hombre, el general Musharraf», declaró a la televisión en el aeropuerto. Antes, había permanecido en el interior del aparato durante hora y media interrogado por funcionarios de inmigración y vigilado por policías.

Al salir del avión, el coronel Mohammad Afzal, de la Oficina Nacional de Cuentas, mostró a Sharif una orden de arresto por cargos por corrupción. Poco después fue embarcado en un helicóptero, lo cual hacía presagiar que sería detenido, pero el aparato volvió a medio camino y depositó al dirigente en un avión en el que fue «reenviado al exilio» en Arabia Saudí. Cuatro horas después, el aparato aterrizó en Yeda, en la costa del mar Rojo, donde Sharif había aceptado ya un primer exilio de diez años en un acuerdo firmado en el 2000 con Musharraf a cambio de que anulara una condena a cadena perpetua en su contra.

Nuevo desafío

Ese acuerdo fue invalidado a finales de agosto por el Tribunal Supremo de Pakistán, autorizándole de este modo a volver al país. La decisión de reenviarlo al exilio es un desafío más del general a la principal instancia judicial. En julio, el Supremo reintegró en su cargo a su presidente, el Iftikhar Chaudhry, a quien Musharraf había destituido en marzo. Ese cese dio lugar a numerosas manifestaciones contra el Gobierno.

EE.?UU., que apoya el tándem Musharraf-Benazir Bhutto, juzgó la expulsión de Sharif como un asunto «interno» de Pakistán. Por el contrario, la UE criticó lo sucedido y pidió a Islamabad que respete la decisión del Supremo.

Un centenar de partidarios de Sharif se enfrentaron a los antidisturbios en Islamabad.