La intifada verbal entre Bush y los Castro

Mercedes Lodeiro Paz

INTERNACIONAL

27 jul 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

reDaCCIÓN | Camagüey, esa localidad cubana donde en 1953 un asalto al cuartel Moncada contra la dictadura de Fulgencio Batista desembocó en el triunfo de la revolución cubana en 1959, acogió ayer una tercera oferta de paz de Raúl Castro a Estados Unidos. Las dos anteriores, en agosto y diciembre del año pasado, cayeron en saco roto.

En 1974 en la ONU, Yaser Arafat también lo había intentado. «Tengo un ramo de olivo en una mano y un fusil de combatiente en la otra; no permitan que se caiga el ramo de olivo», había dicho el rais.

Ayer, Raúl Castro hizo lo mismo. Mostró su ramo de olivo, pero al tiempo aseguró que Cuba está preparada para defenderse otros 50 años si el diálogo no prospera. Poco tiempo pasó para que el ramo de olivo cayese y el diálogo fuese rechazado de inmediato por Washington. Aunque en realidad la oferta no iba destinada a la Administración Bush, sino a la que salga de las urnas en el 2008, posiblemente Hillary Clinton.

Pero la hábil senadora, no queriendo perder votos por proa ni por popa, acaba de asegurar esta semana que no se reunirá ni con Castro ni con Chávez en su primer hipotético año de mandato, lo cual quiere decir que deja las puertas abiertas a partir del segundo. «Necesitamos volver a la diplomacia», dijo la ex primera dama.

Esperanza de cambios

Con actores distintos en el mando -Raúl por Fidel y Hillary por George- puede haber alguna esperanza para variar el guión de la historia. Porque, de momento, y después de un año de cambio sólo en La Habana, la intifada verbal con Washington no ha variado.

«Bush es una persona apocalíptica», «No soy el primero ni el último que Bush ordenó privar de la vida», son frases pronunciadas por Fidel Castro desde su convalecencia.

Un día «el buen Señor se llevará a Castro», pronunció resignado el presidente norteamericano, a quien el cubano echó en cara «las guerras de saqueo y las carnicerías que se les imponen a los pueblos pobres», en alusión a Irak.

Lo cierto es que la Casa Blanca ha fallado en sus predicciones de desmoronamiento del régimen de La Habana y hasta en la asfixia económica de medio siglo. En los últimos dos años ha crecido un 8%.

Tras el desplome del bloque soviético, a la isla le han salido benefactores en América Latina (el venezolano Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales, el nicaragüense Daniel Ortega y el ecuatoriano Rafael Correa), pero también en otras latitudes, Irán y China.

Pero la guerra verbal con el dictador se ha extendido a Raúl, presidente por vía consanguínea. Si la enfermedad del comandante llevó al exilio de Miami a pedir un alzamiento y a Bush a reclamar «un cambio democrático sin intervenciones externas», la incontinencia dialéctica del actual mandatario cubano lo llevó a llamar «bravucón de barrio» al dirigente norteamericano por sus declaraciones sobre el apoyo a una transición política en Cuba.