La paz, asignatura pendiente de Argel

David Alvarado CORRESPONSAL | RABAT

INTERNACIONAL

Reportaje | Radiografía de Argelia a los 45 años de su independencia La aparición de Al Qaida en el Magreb islámico ha dinamitado el proceso de paz del presidente Buteflika contra los grupos armados islamistas

06 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Tras siete años de guerra fratricida, fue el 5 de julio de 1962 cuando Argelia se deshizo del yugo colonial francés y proclamó, en medio del júbilo general, su tan anhelada independencia. Desde entonces y hasta hoy, en el 45 aniversario del nacimiento del actual Estado argelino, dejando de lado la acusada crisis social que vive el país, que se sitúa en el origen de episódicas revueltas urbanas, la violencia y la inestabilidad han sido una constante. La edificación de una paz duradera sigue siendo la asignatura pendiente de Argel y la principal aspiración de sus ciudadanos. Prueba de esta voluntad de pasar página fue el resultado del controvertido referendo de septiembre del 2005 para decidir sobre la Carta por la paz y la reconciliación nacional. Un 97,36% de electores se pronunciaron a favor de dictar medidas de gracia a los combatientes islamistas que depusieran las armas, con el objeto de poner fin a la violencia que desde 1992 causó 200.000 muertos y 6.146 desaparecidos. Según datos del Ministerio del Interior, más de 2.000 presos y unos 300 integristas armados han sido amnistiados. Esta ligera merma en el contingente humano de los violentos no parece haber afectado, sin embargo, a su capacidad militar, en concreto al Grupo Salafista por la Predicación y el Combate (GSPC), la formación integrista más activa en la actualidad y que rechazó de plano el proyecto de amnistía impulsado por el presidente Abdelaziz Buteflika. Pacto de los salafistas El 24 de enero del 2007, el GSPC consumaba su pacto de lealtad con la red de Osama Bin Laden, cambiando su denominación por la de Al Qaida en el Magreb islámico. El cambio de nomenclatura coincidió con la multiplicación de los ataques y amenazas directas contra los cuerpos de seguridad del Estado y legaciones extranjeras presentes en Argelia. Entre las tareas encomendadas por Al Qaida al antiguo GSPC se encuentra la de coordinar la acción terrorista en el norte de África, para lo cual aporta ayuda financiera y logística, así como entrenamiento en sus bases del Sahel, a los diferentes grupos que operan en la región magrebí, desde Mauritania hasta Libia. Huelga decir que es también desde aquí desde donde se organiza la yihad en territorio europeo, en concreto en Francia y España. Dinamitado el proceso de reconciliación por las huestes de Al Qaida en Argelia, la recrudescencia terrorista es un hecho. Los ataques con bomba no cesan, al igual que los enfrentamientos armados en la zona montañosa al este del país entre efectivos del Ejército y el maquis integrista que, según fuentes de seguridad, estaría compuesto por hasta 300 combatientes. La Cabilia, región rebelde por antonomasia, es uno de los principales objetivos islamistas. «Si bien la lucha ha bajado en intensidad, la situación no dista demasiado de aquella que vivimos durante los años 90 y, en esencia, todavía nos encontramos en guerra contra los extremistas», asegura Belaïd Abrika, líder el Movimiento Ciudadano cabilio. Desde principios de año, el balance de víctimas mortales en enfrentamiento y acciones terroristas, entre ellas el doble atentado del 11-A, asciende a 165. A la luz de los hechos, muchos se preguntan, no sin temor, «¿acaso la trágica historia puede repetirse?».