El aviso de alerta de tsunami no llegó a Java, donde ya son 350 los muertos

Mar Centenera PANGANDARAN

INTERNACIONAL

BAGUS INDAHONO

Los equipos de salvamento y el Ejército se vuelcan en la búsqueda de supervivientes Los hospitales están desbordados y 165 personas están desaparecidas, entre ellas dos niños suecos

18 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Los equipos de rescate se afanaban ayer en buscar supervivientes del devastador tsunami que el lunes sacudió el suroeste de la isla indonesia de Java y mató al menos a 350 personas, hirió a 510 y dejó miles de damnificados. Entre los muertos hay siete extranjeros, un holandés, un sueco, un japonés, un paquistaní y tres saudíes. Ninguna alerta llegó a tiempo a la isla, pese a que los centros de alerta de tsunamis de Hawái y Japón dieron la alarma a Indonesia y a Australia. En la que hasta ahora era una de las playas más famosas y concurridas del suroeste de Java, la playa de Pangandaran, el panorama era ayer desolador. Decenas de casas, hoteles y restaurantes han quedado reducidos a escombros o dañados seriamente. Los cadáveres se amontonan en las calles que conducen a la playa, a la espera de que sean trasladados a los tanatorios. Varios cuerpos fueron hallados sobre los árboles. Las olas también arrojaron coches, motos y embarcaciones contra los edificios e inundaron plantaciones de arroz. Los grupos de salvamento, personal del Ejército y voluntarios llevan más de doce horas de rastreo de los 180 kilómetros del litoral afectado en busca de supervivientes. El Ministerio de Sanidad indonesio ha informado de que hay 510 heridos y 165 desaparecidos, entre ellas dos niños suecos. Los hospitales se encuentran desbordados de trabajo y reclaman material sanitario y psicólogos. «Poco después del amanecer hemos encontrado un bebé de seis meses que había quedado atrapado en la arena y lo hemos trasladado al hospital», indicó Seno, miembro de los equipos de salvamento. «Tememos que los padres estén entre las víctimas, porque nadie ha reclamado al pequeño todavía», agregó. Víctimas en la playa Muchos de los muertos son niños y adolescentes, que jugaban en la playa cuando impactaron las olas asesinas. «Es mi niña, mi niña», solloza un hombre de mediana edad arrodillado a los pies del cadáver de su hija menor. La ONU ha informado de que los alimentos y el material que está distribuyendo provienen de las reservas que tiene en Indonesia del terremoto ocurrido hace dos meses y que se cobró la vida de 6.000 personas. Tras el devastador tsunami del océano Indico de diciembre del 2004, que causó la muerte de más de 226.400 personas, según la ONU, Indonesia instaló un sistema de alerta en el occidente de la isla de Sumatra, donde se creía que se registraría el siguiente gran maremoto. El del lunes fue también en el Índico, pero frente a la región meridional de Java, la isla con mayor densidad demográfica de Indonesia. Las olas gigantes, de entre dos y cinco metros de altura, rompieron en Pangandaran a los 15 o 20 minutos del maremoto. Muchos javaneses reconocieron el peligro, y al ver que el agua retrocedía corrieron aterrorizados a refugiarse lejos de la costa. «Cuando el agua retrocedió todo el mundo empezó a gritar ''rápido, llega un tsunami, tsunami, tsunami''. Agarré a mi mujer y a mis dos hijos, y nos alejamos en moto de la playa. Pasamos muchísimo miedo. Esa noche no ha dormido nadie», explicó el indonesio Deny Mulyani, un pescador de 29 años. «Nuestra casa está muy cerca del mar y desde lejos vimos como desapareció bajo una pared de agua negra», explicó Mulyani. Desde el lunes se han registrado 21 réplicas.