Bienvenido mister Miras

Anxo Lugilde, enviado especial BUENOS AIRES

INTERNACIONAL

A.L.

El titular de Emigración repartió en Buenos Aires cheques por un millón de euros a agradecidos gallegos y transmitió un mensaje de esperanza para el futuro de Argentina

16 dic 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

El 6 de noviembre, Aurelio Miras Portugal tuvo una premonición. Ese día presentaba en el Parlamento gallego el proyecto de presupuesto de su departamento, la Consellería de Emigración. Apenas 15 millones de euros para atender necesidades gigantescas. «Non está da nosa man facer un plan Marshall, pero si axudar ós galegos con carencias», dijo. Cinco semanas después, Miras se sintió mister Marshall en Avellaneda. Fue el domingo por la tarde, en el Centro de Boiro, en una escala de su maratoniano recorrido por la Galicia bonaerense al más puro estilo Fraga Iribarne. De diez de la mañana a nueve de la noche sin un solo respiro. Llegó al aeropuerto de Ezeiza a las ocho de mañana, se dio una ducha, se cambió de traje e inició su baño de masas. «Os galegos danme enerxía», aseguraba. En Avellaneda, la energía estaba escrita en el aire. «Bienvenido sr. conselleiro dn. Aurelio Miras (Portugal)», se leía en la enorme pancarta. El cambio de color en la tinta y los paréntesis reflejaban que a los de Boiro les había sonado raro el segundo apellido, tal vez porque la mayoría de los emigrantes gallegos en Buenos Aires se sienten más españoles que Lola Flores. Miras posó divertido bajo la pancarta (en la foto) y, cual personaje de García Berlanga, entró en el Centro de Boiro con su cheque de 20.525 euros bajo el brazo, una subvención de la Xunta para equipamientos. Dentro le esperaba una imagen propia de una boda o un bautizo: 450 personas llenaban las enormes mesas instaladas en el salón. Al son de la gaita, el conselleiro se subió al escenario y allí lanzó su clásico discurso de su gira relámpago por Buenos Aires, que terminó ayer. Galicia vive una gran desgracia, causada por el « Prestige ese», pero la sociedad ha sabido reaccionar con la ayuda de la Administración. Miras diluyó la responsabilidad de la Xunta y el Gobierno central señalando a la Unión Europea como la gran culpable por no haber prohibido la navegación «destes monstruos». Ese mismo discurso lo oyeron por la mañana los directivos del Centro Gallego de Buenos Aires y durante la comida, los ancianos de Domselar. Allí, a 50 kilómetros de la capital, donde viven 70 jubilados de Galicia, a más de uno le saltaron las lágrimas al escuchar al conselleiro hablar de las proezas solidarias de los gallegos en La Habana, Río de Janeiro y la propia Argentina. En Boiro no había comida, sólo merienda, pero el despliegue era espectacular. Es un centro privilegiado. El primero que instaló un centro de día para atender a los mayores, con subvenciones de la embajada española. «Agora vamos a outro mundo, porque esto é Arxentina. Uns están ben e outros sufren, pero non todos están mal», comentaba el conselleiro mientras entrábamos en el Centro de Jubilados y Pensionistas, también en Avellaneda. «Si se me permite decilo, eu notaba a sociedade arxentina adormecida. Aquí se vivía ben e no Centro Galego podían ter longas discusións para, por exemplo, mercar unhas sillas, pero agora noto que a colectividade despertou. Hai moita xente traballando a cambio de nada para axudar á xente en dificultades», dijo Miras. «Que fale o xornalista» Si en algún sitio se palpan las terribles dificultades de gallegos que apenas comen, desnutridos o, por lo menos, mal nutridos, es allí, en el Centro de Jubilados de Avellaneda. «Temos grandes necesidades pero quen millor o pode dicir é o enviado da Voz de Galicia», espetó Lola López, la secretaria. «¡Que fale Anxo!», apostilló el conselleiro. Y allí me ví, hablándoles a una veintena de gallegos de Buenos Aires de sus propios problemas. Conté un caso tremendo, sobre el que ya escribí hace unos días. La historia de Eugenio, un hombre de 70 años de Muxía que, en el mismo sitio donde estuvo el conselleiro el domingo, lloraba mientras me contaba cómo tenía que trabajar descargando sacos, pese a estar enfermo, para poder pagarse las medicinas y comer. Eugenio me confesó que estaba convenciendo a su esposa para un suicidio conjunto. Acabé adhiriéndome a la petición para instalar un comedor allí para los gallegos hambrientos. «Estou ás vosas ordes. Se fará o que me pida esta xente. De momento imos abrir de inmediato un centro de día», respondió el conselleiro. Pero no todo iban a ser desgracias. Miras aprovechó su gira para contemplar un enorme mural de Laxeiro que se pudre en un bar cerrado de Buenos Aires. La Xunta planea alquilar el local para permitir que se disfrute de la obra. El templo de los exiliados Era el aperitivo del plato fuerte de la jornada, la visita de Miras a la Federación de Sociedades Gallegas de Argentina, el templo de los exiliados y, ahora, el reducto del BNG. Era la primera vez que un miembro del Gobierno de Fraga entraba allí, entre banderas republicanas, estrellas rojas, hoces, martillos y fotografías de Enrique Líster o el general Miaja. Francisco Lores, el aguerrido luchador que preside la Federación y dirige el BNG en Argentina, no perdió la ocasión para decirle al conselleiro que los jerarcas del PP bonaerense no entienden bien el pluralismo y la necesidad de unirse ante los problemas. Tras inaugurar ayer el centro de día en la Asociación de O Carballiño, Miras partió a Uruguay y Brasil. En 36 horas en Buenos Aires trasladó el mensaje de Fraga, habló del Prestige y, sobre todo, ejerció de mister Marshall al repartir cheques por un millón de euros.