«¡Que sí que está Iago, que tiene ahí el coche!»

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

M. V. F.

La visita inesperada de Aspas causó sensación entre una afición entregada en el primer día de pretemporada

09 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La sesión tuvo lugar ante un nutrido grupo de aficionados a los que el madrugón que requería estar en A Madroa a las 9.00 no les impidió acercarse a apoyar al equipo. Además, muchos de ellos esperaron una vez finalizado el entreno para fotografiarse con los jugadores y conseguir sus autógrafos. Aunque Denis y Aspas fueron los que más pasiones levantaron, incluso la mayoría de los jugadores del B fueron reclamados también por los presentes a su salida.

Ya minutos antes de las 9.00 unos cuantos curiosos esperaban en las gradas de A Madroa. Una cifra que fue creciendo a medida que pasaban los minutos, con gran protagonismo para los niño aprovechando las vacaciones.

Durante la hora y media que duró el entrenamiento predominó el silencio. Los aficionados no perdían detalle, pero el entusiasmo lo expresarían después de la sesión, a la hora de ir viendo salir a cada futbolista.

Todos y cada uno de ellos, desde el primero en abandonar las instalaciones, que fue Pione Sisto, hasta uno de los últimos, Aspas -todavía faltaba Sergio por salir cuando lo hizo el moañés- se pararon para fotografiarse y firmar a todo el que se lo requería. Incluso más de un jugador del B, como Diego Pampín o Juan Ros.

La primera locura la desató Denis. «¡Que viene Denis, que viene Denis!», se oía exclamar a los más pequeños cuando el salcedense asomaba por la puerta. Paciente el canterano en su regreso, fue el más reclamado solo con permiso de un Aspas que fue la gran sorpresa para quienes habían acudido a A Madroa. Nadie le esperaba. «Que no, que hoy no tenía que venir», decía tajante un padre. Pero el hijo le rebatía con razón: «¡Tiene ahí el coche!». Y lo que cada vez era un secreto más a voces lo confirmaba el capitán, otro de los que más se hicieron esperar: «Sí, Iago está dentro», revelaba.

Su salida fue la locura: «Iago, ¿una foto?». «Sí», respondía el moañés con una sonrisa una y mil veces, muy atento y cariñoso con todos los que se le acercaban.