Temor a una gran sequía como la del 2017

Pablo González
Pablo González REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Imagen de archivo del embalse de Eiras el pasado marzo
Imagen de archivo del embalse de Eiras el pasado marzo M.MORALEJO

Los protocolos en caso de emergencia de la Xunta y de la Confederación Miño-Sil prevén intervenir los embalses hidroeléctricos, realizar cortes en el suministro e incluso subir la tarifa

04 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los estudios que analizan las consecuencias del cambio climático refieren un aumento de los ciclos de sequía en comunidades como Galicia, aunque en un territorio tan amplio los riesgos van por zonas. Nunca es lo mismo lo que pasa en A Mariña que lo que sucede en áreas de litoral de la provincia de Pontevedra. Esto en el caso de la cuenca Galicia-Costa, de competencia autonómica. De la misma forma, en el ámbito de control de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, el riesgo es más alto en las cuencas del Cabe y del Limia que en el curso alto y bajo del Miño. Esas dos primeras zonas están en situación de alerta, mientras que la cuenca que es competencia de la Xunta a través de Augas de Galicia lleva cinco meses en prealerta en 12 de los 19 sistemas de abastecimiento, precisamente en un período del año con los meses más lluviosos.

María Pedreda

Fuentes de Augas de Galicia no ocultan su preocupación por una prealerta tan prolongada que precede a unos meses, los del verano, con un alto consumo de agua por la afluencia de turistas y por los usos recreativos, a lo que se suma una previsible pluviosidad limitada. Temen que se reproduzca la situación de la última sequía, la del 2017, una de las más graves de la serie histórica, cuando peligró el abastecimiento de una ciudad como Vigo en otoño, camino ya del invierno. Los caudales de los ríos medidos en las estaciones de aforo no invitan al optimismo, pues de media llevan un 35 % menos de agua con respecto al mismo período del año pasado. En las últimas semanas se han recuperado ligeramente.

Registros similares

Hay datos que preocupan y que son similares a los del 2017, como un registro de lluvias un 46 % inferior a la media en el mes de mayo, o un nivel en los embalses por debajo de la media de la serie histórica, como sucedía entonces. «A curva do presente ano hidrolóxico está igual que a de 2016-2017, é dicir, bastante por debaixo do que correspondería. Se o verán é como o daquel ano, podemos pasar un outono complicado», explican en Augas de Galicia.

Aunque las últimas lluvias han dado un tímido respiro, la Consellería de Infraestruturas e Mobilidade —de la que depende Augas de Galicia— se prepara para un ciclo seco que puede durar hasta el otoño con un recién estrenado Plan Especial de Seca que estará vigente hasta el 2027 en la cuenca Galicia-Costa. En este plan se describen los distintos niveles de reacción —prealerta, alerta y emergencia—, así como los criterios para decretar lo que se denomina «situación excepcional por seca extraordinaria», que se decretará de forma automática cuando uno o varios sectores de la cuenca —está dividida en media docena de unidades territoriales— estén en situación de emergencia, o cuando el estado de alerta se combine con una sequía prolongada en el tiempo. La decisión de entrar en esta situación excepcional dependerá en exclusiva de la presidenta de Augas de Galicia, Teresa Gutiérrez.

Las medidas previstas en este plan para el estado de emergencia, por lo general muy similares a las que ha previsto desde hace años la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, son muy draconianas, pero necesarias en una situación límite. Por ejemplo, prevé reducir hasta un 25 % el volumen de abastecimiento urbano e industrial (en el caso de la cuenca Miño-Sil sería un 15 %), cortes temporales de agua o prohibición de determinados usos recreativos (llenado de piscinas) u ornamentales (fuentes).

La emergencia por sequía prevé incluso la intervención pública en los embalses destinados a la explotación hidroeléctrica, algo que está previsto en una ley aprobada en el 2019. En caso de emergencia por sequía, el plan de la Xunta prevé «adaptar o réxime de explotación dos aproveitamentos hidroeléctricos ás necesidades derivadas da xestión do episodio de seca, ao obxecto de compatibilizalos con outros usos, de forma que os recursos hídricos empregados neles poidan ser considerados reservas estratéxicas». Una decisión que, en plena crisis energética, habría que valorar desde distintos puntos de vista. Pero la posibilidad de intervención en estas masas de agua está prevista en la normativa.

Otra intervención indirecta en los embalses, principalmente los de abastecimiento, es la posibilidad de reducir el caudal ecológico. Se trata del flujo del agua que debe correr aguas abajo de la presa para mantener el equilibrio ecológico de los ríos. Ese caudal, que debe ser más abundante en la temporada otoño-invierno, podría reducirse hasta un 50 % en caso de emergencia por ausencia de lluvias, con el objetivo de almacenar más hectómetros cúbicos en los principales embalses de abastecimiento.

Otro de los recursos que prevé el plan de la Xunta es actuar sobre la tarifa del agua, subiendo su coste para desincentivar el consumo excesivo. «É unha das medidas que se propoñen ás diferentes administracións que serven auga para desincentivar o consumo en caso de problemas de abastecemento», explican fuentes de la Consellería de Infraestruturas e Mobilidade, que destaca que más de cien concellos cuentan ya con sus propios planes municipales de emergencia.

Abegondo-Cecebre y Eiras, los embalses clave

Los embalses de Abegondo-Cecebre y Eiras son cruciales para el abastecimiento de las áreas metropolitanas de A Coruña y Vigo, respectivamente. Cualquier situación complicada en estas dos presas puede generar problemas en las dos ciudades más pobladas de Galicia, como ocurrió en el 2017 en la ciudad olívica.

El agua embalsada frenó su caída con las últimas lluvias

Las reservas de agua de los embalses gallegos han frenado levemente su tendencia decreciente con las últimas lluvias, aunque no es suficiente para levantar la prealerta por sequía en la cuenca dependiente de Augas de Galicia. En la actualidad estas reservas se sitúan en los 2.085 hectómetros cúbicos, lo que supone un aumento de ocho hectómetros cúbicos respecto a hace dos semanas, según los datos publicados el martes pasado por el Ministerio de Transición Ecológica. Las reservas hídricas se encuentran por tanto en el 56,1 % de los 3.714 hectómetros cúbicos de capacidad posible, frente al 55,9 % de la anterior semana.

Los niveles actuales, sin embargo, están bastante alejados de la cifra en la misma fecha de junio del año pasado, cuando el volumen embalsado alcanzaba los 2.502 hectómetros cúbicos. Si se compara con la media del último decenio, los 2.085 hectómetros medidos estos días podrían considerarse un registro bajo, pues se quedan lejos de los 2.892 del promedio de los últimos diez años.