Con un plato encima de la mesa, haya o no colegio

Manuel Varela Fariña
m.varela REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Un empleado repartiendo menús durante el programa de Navidades
Un empleado repartiendo menús durante el programa de Navidades

El programa Cubertos llevó casi 40.000 menús a familias en situación de vulnerabilidad durante las Navidades en las siete ciudades

21 ago 2021 . Actualizado a las 17:41 h.

La pandemia agravó la economía doméstica de miles de familias gallegas. Las becas de los comedores escolares de los ayuntamientos sirvieron para que el hambre no formase parte del vocabulario de los menores durante los meses de confinamiento. Pero quedó un vacío en verano y en las vacaciones de Navidad. En Afundación detectaron ese agujero en el calendario y decidieron solucionarlo con el programa Cubertos, en colaboración con los concellos de las siete ciudades y donde participaron también entidades sociales como la Fundación Juan Soñador, Cruz Roja y Cáritas.

La primera fase de la iniciativa se desarrolló durante los meses de julio y agosto, con la firma Jardanay. «Vimos las colas del hambre, familias con recursos limitados y que no habían tenido problemas antes, y que el apoyo de las becas comedor se interrumpía en verano», explican desde Afundación Obra Social de ABANCA y una de las 250 personas detrás del éxito de Cubertos, entre los que había también unos 125 voluntarios.

La obra social contactó con los ayuntamientos para proporcionar ese sustento durante las vacaciones de verano. También hablaron con organizaciones y contrataron a empresas de cáterin para ofrecer menús nutritivos y preparados a los menores. «Fue una tarea logística ímproba, pero estamos muy satisfechos. Durante dos meses y medio dimos más de 70.000 menús en total», comentan. Unos 1.422 niños al día de media recibieron comida, con picos por encima de los 1.500.

Los buenos resultados invitaron a repetir la experiencia en Navidades. Pero el reto era aún mayor, ya que se decidió incluir también a las familias de los escolares. «Se diferenció en que en Nochebuena y Navidad entregaríamos carros llenos de comida, para que las familias tuviesen menús especiales, no solo los niños», apuntan. Se sumó también Nueva Pescanova, con más de mil kilos de productos.

En total, 2,5 toneladas repartidas en menús. También juguetes. Fueron 1.477 comidas diarias, sumando las 39.000 durante las Navidades. Fue necesario contar con empresas como Airas Cátering, donde trabajaron las 24 horas del día en tres turnos para llegar a todos los hogares. «Foi un fito moi importante», resume Xavier Freire, administrador de la compañía.

Afundación los contrató para la primera edición de Cubertos, y volvió a hacerlo en la segunda. «Todo foi feito con moito respecto e responsabilidade, pero logramos sacalo adiante nunha experiencia moi satisfactoria», dice.

El mayor desafío se presentó en los días 22 y 23 de diciembre. En apenas dos jornadas, fueron capaces de hacer y repartir 19.600 menús en las siete ciudades. Solo esa empresa empleó a 45 personas entre el 14 de diciembre y el 4 de enero, sumando un nuevo equipo de distribución para llegar a cada punto de entrega.

«Llegas a conocer a la gente y te llevas una recompensa fantástica por las sonrisas de la gente», reconocen en Afundación. Y la satisfacción no es solo esa, sino que el haber enfocado la campaña Cubertos en ese vacío que dejaban los comedores durante las vacaciones propició que varios concellos incorporen en sus bases este apoyo en períodos no lectivos.

Desde Afundación entienden que su tarea es «cambiar las cosas para ayudar, reorientar objetivos y presupuestos para echar una mano», y tener también una misión transformadora. «Lo que hicimos es poner en el punto de mira una necesidad: hay que comer haya o no cole», señalan desde la Obra Social, donde destacan también otras iniciativas durante la pandemia, como la atención telefónica diaria a miles de mayores en situación de soledad o en residencias.