Tania Varela se declara una «honrada abogada» ajena al narcotráfico

Javier Romero Doniz
Javier Romero LA VOZ

GALICIA

Capotillo

La letrada, condenada en el 2013 por el Tribunal Supremo por tráfico de drogas, sostiene que las compras investigadas las pagó con su dinero, cuyo origen no supo probar la Policía Nacional

28 feb 2019 . Actualizado a las 20:41 h.

Tania Varela tuvo el dinero por castigo. «Empecé a ganar mucho desde el principio», declaró ayer como acusada por blanqueo de capitales en la Audiencia Provincial de Pontevedra. La narcotraficante (condenada en el 2013 por el Tribunal Supremo) referencia su etapa de abogada. Primero, curtiéndose en Pontevedra, y luego, abriendo despacho propio en Cambados: «No llevé casos de narcotráfico, me generaban rechazo. Funcionaba principalmente con clientes de civil. También de asesora jurídica, y con la Cofradía de Cambados». Los billetes seguían entrando y decidió cambiar de despacho. Compró un piso que decoró ya en plena bonanza.

«También trabajaba para una marca de ropa en Portugal, con sede en Oporto, que me dio importantes beneficios. Entré en la compra de castañas en Ourense para vender en Europa haciendo marrón glasé, y en una operación de venta de granito con Rumanía». Ya en el 2005, hecha toda una profesional de la abogacía en las Rías Baixas, empieza la deriva. La Fiscalía la acusa de crear una sociedad para blanquear dinero del narcotráfico. En concreto, 45.000 euros para la compra de un terreno en O Grove (se pagaron en billetes de 20 euros) y 29.600 para un Audi A3. Detrás, una turbia sociedad mercantil, Promociones Rialto, y socios poco recomendables, con David Pérez Lago al frente, ya condenados (la huida de la narcoabogada durante 5 años impidió juzgarla antes).

A la carrera de éxito que Tania Varela relató ayer de sí misma le faltan documentos que acrediten el origen legal de, al menos, el dinero invertido en el coche y el solar. «No puede demostrarse una trazabilidad legal del dinero en origen en ningún caso», explicó un inspector jefe de la Policía Nacional encargado de investigar, entre el 2006 y el 2007, el patrimonio de Varela, Pérez Lago y los otros cuatro implicados. La Fiscalía aprovechó los turnos de preguntas para incidir en la relación de Varela, mediante mensajes, llamadas o reuniones, con personas ampliamente conocedoras e implicadas en el narcotráfico a gran escala.

El abogado de la letrada, Bernardino Rodríguez, basó su defensa en la nulidad de escuchas telefónicas, que, entiende, implican defectos en la instrucción que podrían dar carpetazo al procedimiento. La réplica del ministerio público fue tan suave en la forma como rotunda en el fondo al exponer que la estrategia, aunque legítima, podría acabar perjudicando más a su cliente. El letrado también puso el acento en la falta de documentación dentro de la causa judicial recibida, por lo que condicionó la capacidad para defender a su cliente con garantías.

Tania Varela es otro nombre más dentro del narcotráfico gallego que acabó mezclando placer y negocios, de ahí que su vida sentimental se incluya en el relato judicial. Primero fue novia de David Pérez Lago, hijo de Esther Lago, la mujer fallecida de Laureano Oubiña. David la convenció para cambiar el Código Penal por el dinero fácil. De ahí su condena de 7 años por tráfico de drogas y la acusación de blanqueo de capitales que se juzga (proseguirá el jueves). Ayer, se reencontraron por videoconferencia -él está en prisión provisional desde febrero del 2018 al caer en la operación Mito-; no se veían desde el 2006. Motivos sobran.

Ambos desmintieron que fueran novios, situación policialmente corroborada en numerosos seguimientos. Ella, lejos de quedarse ahí, se soltó: «Al conocerlo no sabía que era narco ni el hijastro de Laureano Oubiña [...]; quiso mantener una relación sentimental conmigo y yo no quise, poco después la tuve con el que entonces era su abogado y no le sentó bien». El abogado se llamaba Alfonso Moñux y fue asesinado por sicarios colombianos de dos disparos en presencia de Tania. A ella la dejaron vivir. Poco después, inició una huida que la convirtió en la mujer más buscada por la Europol.

Pérez Lago se presentó ayer a declarar apoyándose en dos muletas. «Nos conocimos en el 2006» fue lo más concreto de su declaración. «No recuerdo las fechas» y «no le puedo decir», las respuestas más habituales. Solo de pasada, ella argumentó que la creencia oficial de que ambos fueron novios tuvo su razón de ser en una estrategia de defensa para la causa de narcotráfico en la que ya fueron condenados.