La viuda del holandés asesinado: «Espero al fin saber qué pasó»

m. rodríguez OURENSE / LA VOZ

GALICIA

Agostiño Iglesias Otero

Margo Pool dice que, pese a los conflictos de su marido con los vecinos, ella no tenía miedo pero desconfió de Juan Carlos Rodríguez

20 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de ocho años y medio de la desaparición y muerte de Martin Verfondern, su viuda, la holandesa Margo Pool todavía espera saber «al fin qué ha pasado en realidad». Los indicios de animadversión entre las familias, documentada con testimonios, escritos de la víctima y pleitos, y la sospecha de un móvil económico de quedarse con todo el aprovechamiento del comunal centraron las sospechas de la Guardia Civil en la única familia que, junto con los holandeses, residía en Santoalla en el año 2010. La aldea está en ruinas, salvo dos viviendas de la familia de los acusados y la adquirida por Martin y Margo, que llegaron en 1997 desde Holanda buscando «vivir en la naturaleza». Durante año y medio se refugiaron en una tienda de campaña hasta que arreglaron una casa, en cuya compra medió Manuel, el gafas, padre de los acusados.

Pero a los pocos meses de estar en su nueva casa comenzaron los problemas con este vecino. «El viejo nos venía a decir que hacíamos las cosas mal», contó Margo Pool ayer en el juicio en la Audiencia Provincial de Ourense. Tras unos primeros años muy felices en Santoalla, el carácter de Martin comenzó a cambiar, agobiado por los problemas que decía que le causaban los vecinos. Instaló cámaras, que no estaban conectadas, escribió cartas dirigidas al juez en las que avisaba de que si le pasaba algo «fueron los vecinos» y se interesó por contratar un seguro de vida.

Después de más de cuatro años desaparecido, en junio de 2014 se halló el coche de Martin, calcinado, y sus restos óseos, en un paraje forestal a unos 18 kilómetros de Santoalla. Ahí empezó la investigación criminal, llevada por la Policía Judicial de la Guardia Civil. Antes se le había buscado, con batidas importantes, pero la hipótesis predominante sobre su desaparición era que había sufrido un accidente con su coche, explicó un guardia del puesto de A Rúa.

La Policía Judicial tomó 227 declaraciones. Estrecharon el círculo de sospechosos, en una línea investigadora que presuponía la participación de al menos dos personas. Primero pensaron en el «binomio Julio-Jesús», dos de los hijos de Manuel y Jovita, reveló el sargento instructor. Julio Rodríguez, que está acusado como presunto encubridor o coautor de la muerte, fue el primer sospechoso. Descartaron otras opciones, pues a Santoalla había que ir ex profeso. Además, estaban los pleitos y denuncias cruzadas entre los dos únicos vecinos de la aldea. A Jovita y Manuel les definían como «gente conflictiva», pero los descartaron como autores por su avanzada edad y escasa movilidad. A Juan Carlos -ahora acusado- lo dejaron «aparcado» porque siempre estaba con sus padres, no conducía y «no decía nada».

El giro en las averiguaciones que permitió incluir a Juan Carlos en el binomio de sospechosos ocurrió cuando dos de los investigadores le pidieron que les enseñase los caminos del pueblo. En el coche, les fue haciendo confidencias: «Yo con la automática no fallo», que si no encontraban al vecino es porque lo habían escondido, que «el holandés quería meterse con ellos por los pinos y que él mismo le mató porque venía como un tolo», «hice pum, pum con la escopeta, me escondí y que me busquen», contaron los agentes que les dijo Juan Carlos en el trayecto. A la abogada de este le extrañó tanta locuacidad de su representado y consultó a los testigos si le habían visto hablar. Dijeron que apenas palabras sueltas; un capitán psicólogo de la Benemérita aseguró que en el interrogatorio respondía a lo que le preguntaban, no solo con monosílabos.

Preguntó la letrada por otra persona que no fue citada para el juicio, el voluntario israelí Levy, que notificó la desaparición de Martin. Declaró en el 2010 y se le pidieron aclaraciones por correo pero «no hubo manera de localizarlo, es un trotamundos», dijo el instructor. Pool, sin embargo, declaró ayer que había hablado con él por teléfono hace poco. La viuda dijo no tener miedo de Julio pero sí de Juan Carlos, porque iba con una escopeta. Pensó que este podía haber sido el causante de la muerte. Un cazador relató un episodio en que este acusado le encañonó con el arma de caza.