«En Vilagarcía vimos que no estábamos solas»

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO LA LÍNEA / LA VOZ

GALICIA

JAVIER ROMERO

El movimiento de los pañuelos verdes recorrió Andalucía para explicar con obras de teatro el alcance de la heroína

05 may 2018 . Actualizado a las 11:32 h.

La plaza Fariñas es el punto de encuentro habitual de las madres de la droga en La Línea de la Concepción (63.146 habitantes). Las que pueden, ya que muchas se fueron para no volver o están impedidas. Pero el recuerdo perdura. Incluso se ha mitificado la historia humana de estas madres que tuvieron hijos, o conocidos, enganchados a la heroína. Los pañuelos verdes fueron y son su santo y seña. El teatro de barrio su particular metadona para sacar del pozo a los que tocaron fondo.

«Se trataba de informar, de recorrer cada pueblo de Andalucía para contar a las otras madres la verdad», recuerda Isabel Rodríguez, que conducía la vieja furgoneta que recorría carreteras de todos los pelajes a falta de autovías o autopistas. «Representábamos situaciones cotidianas en un hogar con uno o más toxicómanos. Una escena en la que a una madre le faltaban 5.000 pesetas del bolso, otra en la que una compañera se vestía de agente municipal y representaba otra situación real y habitual para un toxicómano que robaba para poder meterse la siguiente dosis».

Además de arte, también hubo arrojo. El valor de estas madres hizo que ganaran popularidad al presentarse en las casas de los camellos para señalar a la cara a los que despachaban la heroína a sus hijos. Pero también señalaron a los narcos del hachís, por el problema de ilegalidad que ya veían que se estaba gestando a finales de los ochenta.

«Fueron años muy complicados, incluso de más respeto - expone Soledad Martín, otra madre de los pañuelos verdes en La Línea-. Los contrabandistas que se pasaron al hachís eran gente de fiar, no como ahora. Han perdido el norte».

Primer viaje a Galicia

Soledad e Isabel recuerdan con cariño su primer viaje a Galicia. «Fueron 15 horas, un horror. Pero al llegar a Vilagarcía entendimos que no estábamos solas ¡Había muertos en todo el país! Hoy la heroína apenas se nota, al menos aquí. Siguen los de siempre, pero no percibimos que aumente el consumo. El verdadero problema son los narcos, esos críos con coches muy caros y tanto dinero. Pero solo hay que ver las casas en las que viven y los vehículos que hay en las puertas. Eso ya se lo dije al ministro Zoido».

Pero ante tanta ostentosidad, más pañuelos verdes. «Llegamos a comprar rollos enteros de tela de todas las personas que pedían pañuelos». Aun así, el aumento de la violencia, incluso con armas, preocupa cada vez más: «En la zona centro no hay peligro, pero en otras ni se entra, son de ellos y nadie se atreve», expone Concepción, que se sumó al colectivo a los pocos años de su creación.

Las tres linenses forman parte de la asociación antidroga Despierta, entidad que surge tras el movimiento de los pañuelos verdes y que se integra en la Coordinadora comarcal Alternativas. Isabel y Soledad son historia viva de La Línea. Cuentan que los niños del colegio de la Atunera tiran piedras a los coches y helicópteros de la Policía Nacional. «Lo escuchan en casa y lo hacen en la calle, incluso el día de Halloween, por la noche, los coches de la policía acaban llenos de huevos rotos que los niños lanzan delante de sus mayores sin que estos les reprochen nada».