«Arranxamos para que non cadren con veciñas»

m. m. A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

CESAR DELGADO

El miedo al qué dirán se une al que sienten hacia su pareja. Una mezcla compleja de sortear en el rural

19 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«El foi toda a vida así», «É bo, só o fai cando bebe», «Iso é cousa de dous», «Total, para o que me queda...». Estas son algunas de las expresiones que Raquel Montero escucha en su trabajo. Es la directora del Centro de Información a la Mujer de Coirós. Desde aquí dan cobertura a otros concellos como Paderne o Betanzos. «Tamén nos chegan de Lugo ou Santiago, síntense máis cómodas cando non as coñecen», explica. Cándida Rodríguez es la psicóloga y Begoña Rivera la abogada. «Fixemos un intenso traballo de captación, con actividades que parecían lúdicas para que se atrevesen a entrar», continúa Raquel. Begoña, «a avogada das que lles pegan», asiente. Cándida añade: «Temos que organizar a axenda para que nunca cadren veciñas».

El temor a ser vistas no es un tema menor en municipios rurales. En Coirós, el CIM está en el edificio de usos múltiples. Al principio la sala se instaló en la primera planta, cerca del bar. Hubo que cambiarla a la segunda. «Temos que gañarnos a súa confianza. Non é fácil sentarte aquí a explicar a túa vida», reconoce Raquel. «Es importante que sepan que pueden venir y hablar. Hemos conseguido que muchas hayan salido de una situación problemática gracias a una ruptura matrimonial o porque se fueron a vivir con un hijo», cuenta Begoña. 

Cuando el maltrato sale de casa

La intervención de un médico, hijo o policía es a veces el paso necesario para que hablen: «Los casos que hemos tratado de mujeres en edad avanzada fueron tras una situación de violencia pública», lamenta Begoña. «Xa non queda na casa, viuno a veciña», incide Raquel. La primera opción es la separación. La segunda, menos frecuente, la denuncia. Las tres subrayan que tiene que ser una decisión que emane de las afectadas: «Denunciar -admite Begoña- implica un proceso complejo».

Cándida, la psicóloga, pide la palabra: «Se esa muller ten 70 anos e ten sorte, aínda pode vivir ata os 90 ou máis. Son vinte anos! Claro que ten que loitar por ter unha boa vida. Hoxe, con 60, é unha chavaliña». Poco a poco, fueron consiguiendo pequeñas victorias. Que una se atreviera a pedir la separación o que, simplemente, «aprendan a dicir de forma asertiva: “Ti non me falas así. Ata aquí chegamos”», termina Cándida.