«La edad no importa, importa la madurez» es el lema de las escuelas unitarias que enseñan «con la vida», como el CRA Nosa Señora do Faro
19 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Rosa María Barreiro lleva casi 30 años como directora del CRA Nosa Señora do Faro, una red de ocho escuelas unitarias entre Ponteceso y Malpica que son un referente en la educación a partir de la experiencia. Por sus aulas pasan niños desde los 3 hasta los 8 años, y la clase es común para todos. En cada escuela son pocos, y así Rosa Barreiro tiene ocho estudiantes. La primera cuestión es cómo se da la misma materia para un grupo tan heterogéneo, y la respuesta es reveladora: «La edad no importa, importa la madurez», explica. Y añade: «Yo siempre explico por arriba», y enumera decenas de anécdotas de niños y niñas de cortísima edad que participan de forma activa con los mayores.
Cree Barreiro que este tipo de centros son mejores para los niños porque «son como una familia», y eso es fundamental: «Con afecto empieza la motivación». Afecto y la experiencia. «Por ejemplo, estudiamos los estados del agua y lo que hacemos es meter un vaso de agua en el congelador; al día siguiente descubrimos el estado sólido y mientras se calienta en el microondas, el líquido y el gaseoso». Lo mismo ocurre con las plantas -«Vemos un hierbajo, con sus raíces húmedas, las hojas verdes... y les explico las partes de la planta o la fotosíntesis»- o con los animales. Cada trimestre los alumnos hacen una excursión, a la que van los padres que quieran; este año estuvieron en el Muncyt (Museo Nacional de Ciencia y Tecnología) de A Coruña y el castillo de San Antón (museo arqueológico de Galicia y antigua prisión), y ahora irán a ver la nieve. «Creo que es mucho mejor ver la nieve -no duda Barreiro- que estudiarla, ¿no?». El año pasado estuvieron en la lonja de A Coruña y les enseñaron una merluza gigantesca.
Todo esto no quiere decir que los niños paseen y pinten sin objetivo. Barreiro tiene claro que es fundamental el control sistemático: «Hay coordinadores de etapa que diseñan el programa de aprendizaje para todas las escuelas, y cada una [cada tutor] debe cubrir un informe para saber si cumple la programación». Todo eso se cuelga en la nube, además de otros muchos documentos, y los padres pueden comprobar qué hacen sus hijos cada semana.
En la clase de Barreiro el trabajo es entre todos: «Uno quita la hoja del calendario, otro enciende el ordenador, friegan, calientan la leche en el microondas...». Labores sencillas que les dan autonomía y confianza. ¿Autonomía hoy por hoy? Barreiro reconoce que los niños están sobreprotegidos, pero también que los padres deben ser escuchados: «Yo soy muy empática con los padres y lo que necesitan. Así, cuando yo les pido algo, sé que confiarán en mí». El nivel de autonomía es tal que ha cambiado la forma de aprender: «Al principio yo hacía el material de estudios, sin libros [solo en segundo hay textos, para prepararlos para el colegio] pero ahora me doy cuenta de que es mejor que lo hagamos entre todos. Aunque no quede tan bonito, ellos aprenden más y están más motivados».