Ferrol, sitiado por la parálisis

Rocío Pita Parada
rocío pita parada FERROL / LA VOZ

GALICIA

JOSÉ PARDO

La ausencia de presupuestos y la inestabilidad política bloquean la gestión y las inversiones

16 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos años y tres meses después, Ferrol vive anclado en la parálisis. Sin presupuestos, sin estabilidad política y sin proyectos ejecutados. Nada se mueve en una ciudad en la que lo poco que trasciende de la actividad municipal son las intermitentes polémicas que salpican desde el principio el mandato de Jorge Suárez.

A diferencia de A Coruña y Santiago, las otras dos ciudades «del cambio» con gobiernos asimilados a las mareas, la urbe naval ni siquiera cuenta con presupuestos: ni aprobados ni presentados. El alcalde, también concejal de Economía e Facenda, no ha llegado a elaborar de forma completa el documento económico más importante para una Administración.

Y mediado septiembre, no se sabe si llegará a hacerlo o volverá el dejà vu del pasado año, cuando mantuvo insistentemente que habría cuentas, pero a cuatro meses del final del ejercicio renunció a presentarlas, porque, alegaba Suárez entonces, ya no tenía sentido. Ahora defiende que sí, que lo tiene. Y dobla la apuesta al asegurar que presentará al mismo pleno las cuentas del 2017 -que serán «de trámite», ya avisa- y del 2018. Pero de momento, Ferrol sigue funcionando con las cuentas del 2015, las que dejó aprobadas el gobierno del PP contra el que supuestamente combate Suárez.

La situación bloquea inversiones que se consideran decisivas. No hay nueva plaza de Armas, ni mercado de Caranza reformado, ni peatonalización, ni ordenanza de estacionamiento. Ni muchas otras necesidades. Cada pequeño gasto que se aleja del mantenimiento ordinario obliga a presentar ante el pleno modificaciones de crédito. Ahí se topa con el segundo gran escollo cuando el ecuador del mandato queda ya atrás: la inestabilidad política.

Un gobierno de siete ediles

Después del abandono de dos miembros de su grupo, una cruenta ruptura del pacto con el PSOE hace un año y la expulsión de una de sus concejalas, Ferrol en Común cuenta actualmente con cinco concejales de los 25 que componen la corporación. Gobiernan con otras dos concejalas no adscritas, expulsadas a su vez por el PSOE local, que las considera tránsfugas. Y enfrente tienen a once concejales del PP, tres del PSOE, dos del BNG, una de Ciudadanos y la edila no adscrita que un día formó parte del gobierno con FeC.

Todo compone un puzle difícil de encajar tras una travesía por el desierto en la que Suárez se ha granjeado enemistades políticas que el arco municipal le devuelve en forma de críticas. Y que no parece que vayan a remitir con el horizonte de las municipales del 2019 a la vuelta de la esquina.

Ahí Jorge Suárez deberá enfrentarse a sus contradicciones. La primera, el incumplimiento de su programa electoral en su práctica totalidad: desde hacer del Ayuntamiento de Ferrol un edificio «con paredes de cristal» -solo unos días duraron las audiencias ciudadanas en las que el alcalde atendía a los vecinos y la falta de transparencia se ha convertido en uno de los reproches más frecuentes de la oposición- hasta la escasez de participación ciudadana o la aplicación de las políticas remunicipalizadoras en las que basaba buena parte de su acción cuando prometía ser un activista, y no un gestor.

Suárez defiende como el gran logro los fondos europeos de la Edusi y el Espazo Atlántico. Pero sobre la mesa tiene asuntos de envergadura: el saneamiento -en funcionamiento desde abril, pero sin tasa aprobada- o decidir qué hacer con el convenio por el que Defensa cede una decena de propiedades en desuso, que el gobierno local critica, pero al que tampoco renuncia. Por delante, la recta final de un agitado mandato, de momento infructuoso en la gestión y que ha situado Ferrol permanentemente en la picota.