Así son los que queman el monte

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

V Televisión

La Fiscalía maneja cuatro perfiles de incendiarios que, a través de una aplicación informática que usan los investigadores, sirven para reducir el espectro de sospechosos

12 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los investigadores buscan a la persona que provocó el incendio de Verín y Vilardevós, uno de los más graves en lo que va de verano con cerca de 1.400 hectáreas arrasadas. Además del trabajo de campo, los agentes dedicados a estas tareas cuentan desde hace un tiempo con una herramienta que ha sido elaborada basándose en la información proporcionada por imputados y condenados por incendios forestales -por medio de entrevistas y cuestionarios-, con el objetivo de acotar los principales perfiles psicosociales de los incendiarios.

La decisión de crear estas categorías fue en un primer momento una iniciativa de la Fiscalía del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia tras la destructiva ola de incendios del 2006, con el objeto de determinar si existen tipologías de personas más propensas a provocar incendios y comprender mejor el contexto psicosocial de este tipo de acciones. Se seguía entonces la solitaria experiencia portuguesa en este campo sin roturar que ha empezado ya a dar sus frutos, pero sobre el que aún queda mucho por investigar. Una herramienta informática que gestiona estos datos ayuda ya a los investigadores a acotar el espectro de sospechosos, es decir, a utilizar en la praxis de las pesquisas toda esta información acumulada.

En el informe de la Guardia Civil realizado en la resaca de la ola de incendios del verano del 2006 se esbozaron unas primeras pistas para elaborar los perfiles de los incendiarios gallegos. Se describieron tres: el imprudente -varón de 50 años, agricultor o ganadero con poca conciencia ambiental-; el incendiario -entre 35 y 50 años con ciertos trastornos psicológicos y dependencias, fundamentalmente del alcohol, que busca a veces beneficio o venganza-; y el pirómano, víctima de una patología que le impulsa a prender fuego sin más motivación que buscar la alarma social. Todos ellos tienen características en común: son varones, con un nivel cultural bajo, sin cualificación profesional y la mayoría actúa en solitario y muy cerca de donde vive. En investigaciones posteriores se ha detectado que cerca de un 27 % de los fuegos se provocan a menos de un kilómetro de la casa del incendiario.

A partir de la experiencia gallega, la Fiscalía de Sala de Medio Ambiente, desde donde se coordina a todos los fiscales de esta especialidad en el Estado, consideró que era necesario elaborar estos perfiles a nivel nacional. Para tal fin se creó un grupo multidisciplinar de expertos académicos y de la Guardia Civil -concretamente del grupo de psicólogos-, que finalmente han decidido categorizar en cuatro tipos psicosociales a los incendiarios: el pirómano reincidente, que en realidad solo sería responsable del 5 % de los incendios a pesar de ser el más detenido. Su motivación para quemar surge de un trastorno psicológico; el que busca beneficio agropecuario o venganza, más común el primer objetivo que el segundo; el imprudente agrícola que colabora en la extinción, es decir, se da cuenta de su error y da el aviso; y por último el imprudente que no coopera y desaparece del lugar del incendio. Su intención suele ser eliminar matorral.

El trabajo de campo, «crucial»

El fiscal delegado de Medio Ambiente de Galicia, Álvaro García Ortiz, aunque fue uno de los impulsores de esta investigación, relativiza su importancia en las investigaciones. «Al menos en Galicia es fundamental el trabajo de campo, la investigación en el entorno social donde se produce el incendio», dice. El estudio de los perfiles, no obstante, lo considera un buen instrumento para diseñar la política de la criminalidad incendiaria. «Ver en definitiva qué es a lo que nos enfrentamos realmente», añade.

En paralelo a la iniciativa de la Fiscalía, uno de estos expertos de la Guardia Civil, Andrés Sotoca Plaza, elaboró una tesis doctoral en la que se matizaban algunas conclusiones previas y se aportaba un perfil genérico más completo del incendiario español basado en el estudio de 1.919 incendios: sería un varón, casado, sin antecedentes policiales, ocupado laboralmente en tareas de poca cualificación o jubilado. Tendría unos estudios elementales, viviría en entornos rurales y estaría adecuadamente socializado. No habría tenido tratamientos psicológicos y es poco probable que consumiera drogas. Actúa en solitario y no habría sido objeto de vigilancia antes de ser detenido. Este perfil, al ser tan genérico, «sería de poca ayuda en tareas de identificación policial», concluye Sotoca Plaza. Su trabajo es el que utiliza una muestra más amplia de incendios y también de detenidos, imputados e incluso encarcelados, con los que se entrevistó en distintas prisiones del país. Como en el resto de los estudios, Galicia es la comunidad que aporta más información -cerca de la mitad-, tanto en número de incendios como de imputados-detenidos. La Fiscalía, por su parte, está ya en la octava campaña de recogida de datos y ha elaborado sus perfiles en base a 2.012 autores conocidos de incendios, con datos válidos de 1.889. Los perfiles se seguirán mejorando. A continuación se hace una descripción más detallada de estas tipologías.

1. El pirómano reincidente. Su trastorno provoca que su deseo de plantar fuego tenga una motivación sin sentido en el 66,2 % de los casos, frente a la fascinación por el fuego y contemplar su extinción. Suele obedecer a un patrón anterior y quema sobre todo desde pistas forestales. Es el más joven (entre 34 y 46 años), está soltero o separado, desempleado o pensionista, con el nivel educativo más modesto de todos y los ingresos más bajos (600 euros). Poco sociable, estuvo en tratamiento psiquiátrico o psicológico, tiene dependencias y vive cerca de donde comete sus acciones. Fue investigado, detenido o vigilado.

2. En beneficio agropecuario o en venganza. No ayuda en la extinción, huye del lugar de los hechos y se sitúa entre los 34 y los 60 años. Hay más casados en este grupo, con un nivel educativo elemental. Es sociable, vive a menos de un kilómetro del incendio, que suele provocar a pie. En un 37, 1 % de los casos fue detenido por otros motivos y un 23,1 % ha cometido otros incendios.

3. El imprudente cooperador. Vive con la pareja o los padres, carece de antecedentes penales y a menudo comete la imprudencia cuando realiza trabajos agrícolas. No obstante, avisa del incendio y colabora en la extinción. Tiene amigos y no ha cometido otros incendios. No obstante, este tipo de personas causa un gran número de fuegos. Suele ser el propietario de la finca o conoce al dueño.

4. El imprudente no cooperador. Sociológicamente es muy parecido al anterior, con la diferencia de que ni avisa del resultado de su imprudencia, ni se queda en el lugar de los hechos. El punto de inicio del fuego suele ser una zona de cultivos, pues se origina más por trabajos agrícolas que forestales. Su modus operandi no suele obedecer a un patrón anterior.

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