La vida después del escaño

Carlos Punzón
carlos punzón VIGO / LA VOZ

GALICIA

Oscar Vazquez

La reciente renovación del Parlamento ha dado pie a la vuelta de decenas de exdiputados a lo cotidiano. Unos buscan nuevos caminos, otros retoman los antiguos y varios optan por jubilarse

21 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A la mayoría les hubiera gustado continuar en su escaño a poco que las circunstancias políticas se lo hubieran permitido. Pero, ahora que inician su año cero después del Parlamento, en general aseguran no echar de menos ni las discusiones partidarias ni el cruce de acusaciones desde la tribuna. Es más, admiten sorprenderse de la vida que hay más allá de las paredes de la Cámara y acumulan trabajos y aficiones para alcanzar un nivel de actividad como el que tenían en la política activa o para recuperar el tiempo perdido.

El PP es el que más salidas políticas e institucionales ha dado a los relevados en su grupo en la nueva legislatura. Pilar Rojo ha cambiado la Cámara gallega por el Congreso; Belén Docampo se ha convertido en senadora; José Manuel Balseiro de representar a su provincia en O Hórreo ha pasado a convertirse en el referente de la Xunta en Lugo; y un nutrido grupo de exdiputados autonómicos populares siguen vivos en la vida política en el escenario municipal, como Agustín Baamonde, José Santiago, Jesús Miguel Prado, Hipólito Fariñas, Isabel García...

Pero no a todos les ha quedado abierto el carril de la vida política. «Yo tengo un par de proyectos en mente, aún me lo estoy pensando, porque a mis 63 años ya no tengo edad para meterme en aventuras en tres meses», reflexiona Enrique Nóvoa, Poly, exalcalde de Ourense, ahora también exparlamentario y electricista de profesión. Enseguida echa mano del tiempo con la familia como uno de los déficits que trata de solventar. «Todo tiene una época, he disfrutado mucho en política y cuando paseo por A Ponte la gente me sigue parando», señala a modo de ejemplo de las satisfacciones que le ha dejado la vida pública.

Xosé Sánchez Bugallo alude sin reparos a «recuperar el tiempo perdido», la vida que se fugó desde que fue elegido concejal en 1987. Desde que dejó el Parlamento el 21 de octubre, el que fue alcalde compostelano no ha dejado de andar. «Camino 15 kilómetros diarios y había conseguido bajar 17 kilos antes de las Navidades, que han sido un retroceso en la pérdida de peso», lamenta. Su futuro inmediato es jubilarse, este mismo mes, pero asegura que haber dejado el escaño -«que no echo de menos»- le permite disfrutar de la sensación de tener mucho tiempo.

El paso a la reserva laboral ya lo ha hecho la que fue la primera integrante del Grupo Mixto en la anterior legislatura, Carmen Iglesias. Ella afirma no echar «nada de menos el Parlamento, en absoluto». «Ahora me dedico a la vida contemplativa», dice la exparlamentaria. «Mi jubilación es de júbilo, de leer, de pasear por Allariz, de mis feminismos», enumera la profesora de ESO de profesión. «El Parlamento me enseñó cosas que no sabía, pero allí el ambiente es muy encorsetado y me costó adaptarme al protocolo y a cómo me trataron», recuerda aludiendo a su duro tránsito desde AGE al poleiro de la Cámara. «El ciudadano no se entera de lo que pasa allí, es un mundo que se retroalimenta», zanja.

Después de once años en el Parlamento, Carme Adán considera que no es que la sociedad no se entere de la vida política, «é que lle importa pouco». Esa relatividad de la política es el primer impacto recibido al bajarse del escaño por la nacionalista. Catedrática de Filosofía en un instituto de Vigo y promotora de debates entre sus alumnos, traduce la visión de los jóvenes: «Non teñen confianza en que os políticos lles resolvan a vida».

«Enterrei moitas horas en reunións políticas», lamenta, para describir una actividad casi frenética en la actualidad para recuperar también el tiempo transcurrido. Aprender chino, escribir, encerrarse en la biblioteca, natación, hacer pilates y tomar cañas absorben el tiempo que le ha dejado libre el Parlamento, que en todo caso le encanta.

«No tenemos paro, increíble»

El socialista Juan Carlos Santín es de los que tenía claro su camino de vuelta: el mismo que dejó aparcado para tomar posesión de su escaño. Desde la seguridad de ser interventor de la Seguridad Social, funcionario por tanto, y tener la plaza reservada, el lucense clama contra las dificultades que se están encontrando algunos de los que fueron sus compañeros en la Cámara autonómica. «Es increíble, pero no tenemos derecho a paro y es de justicia que quien no tiene trabajo al dejar el Parlamento pudiera cobrarlo», señala. «Hay quien ha pasado diez o doce años en cargos electos y ahora no tiene nada», advierte para pedir para los parlamentarios los mismos derechos que tienen el resto de los trabajadores, para no acabar dejando la posibilidad de acceder a la política solo a los funcionarios.

Al paro se vio abocada a ir unos meses Gema Freire hasta que consiguió su actual trabajo en el sector de la logística. «Siempre trabajé, pero la crisis vino para todos», dice, mientras asegura que de la política ha aprendido mucho, también en el ámbito local como concejala que es del PP en Corcubión desde el 2003.

Un «breve período sabático» se ha concedido en su caso Francisco Jorquera, antes líder del BNG en el Parlamento y ahora autodeclarado amo de casa, «constatando o duro que é este traballo que non está nin recoñecido nin remunerado». «Eu non teño portas xiratorias», proclama mientras apunta que la puesta en orden de su ámbito privado, acometiendo asuntos aplazados durante años, completa su tiempo.

«O retorno non é fácil, a reciclaxe tampouco», confiesa a la par que añade que nunca quiso que la política profesional le condicionase su toma de decisiones, ni siquiera cuando decidió dejarla sin saber cuál podría ser su ocupación. «A vida non se esgota na política e o seu gusaniño téñoo, pero non boto de menos o Parlamento; é máis, síntome liberado», dice, aunque recuerda que preside la Fundación Galiza Sempre, el laboratorio de ideas del nacionalismo.

Investigación como relajante

La investigación de la lírica medieval le sirve a Xabier Ron para desconectar de una vida política que lo hizo llegar hasta el Parlamento «para levar a voz de colectivos sociais». El político de EU, que llegó con AGE a la Cámara, asegura que los trabajos de investigación le relajan, completan su actividad como profesor de francés y complementan «a volta á vida de antes».

El derecho al anonimato es invocado por otros exparlamentario que guardan con celo su nueva ocupación y sus vías de ingresos económicos ahora que, alegan, ya no tienen por qué someterse al escrutinio público.