Pánico en un supermercado de Ourense

Maite Rodríguez Vázquez
Maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

GALICIA

Miguel Villar

Un hombre armado con una escopeta efectuó seis disparos, sin herir a nadie, en un Mercadona de Ourense

31 ene 2017 . Actualizado a las 14:32 h.

La irrupción de un hombre armado con una escopeta de caza en el supermercado Mercadona de la avenida Otero Pedrayo de Ourense sembró el pánico en los minutos durante los que realizó seis disparos en el interior del establecimiento ayer al mediodía. En el supermercado no había a esa hora, pasadas las dos de la tarde, demasiados clientes. El sujeto, identificado como Stefano G. U., de 35 años, natural de Bilbao pero residente en Ourense, entró como un cliente más por la entrada del párking.

Portaba una mochila en la que llevaba una escopeta de caza de cañones paralelos, según comunicó la policía. Paseó por el interior del supermercado hasta que montó el arma y comenzó a disparar, aparentemente sin un objetivo claro. No hubo ningún herido, el sospechoso disparó al techo, a la zona de bebidas y hacia la puerta de cristal blindado de la entrada principal. «Yo estaba donde la fruta y una empleada estaba reponiendo. Oímos los disparos, pero pensamos que se había caído algo fuerte hasta que salimos todos escopetados», relataba una clienta, Mayte Cebrero, que volvía al local después del suceso porque no había podido pagar.

Al darse cuenta de que efectivamente eran disparos que procedían de un sujeto armado, empleados y clientes salieron despavoridos del supermercado. Los trabajadores ayudaron al público a salir. Con esa escena de terror se topó un policía local fuera de servicio que iba a comprar en dicho establecimiento. Cuando ya no había gente, entró con su arma reglamentaria para intentar que el asaltante depusiese su actitud. Pero en ese momento no lo hizo: disparó un par de veces más. Luego, el atacante dejó la escopeta en un mostrador y se quedó en la zona de cajas, comiéndose un plátano y fumándose un cigarrillo, según comentaron fuentes de la empresa. La policía, que ya había sido alertada, llegó rápidamente y se procedió a su detención, a la que no opuso resistencia.

Desde Mercadona se insistió en que no se trató de un atraco, pues el individuo no hizo amago de querer intimidar a ninguna cajera con el arma. Y, pese a que pudo haber ocurrido algo mucho más grave, el hombre no disparó hacia nadie ni causó daños personales. Una trabajadora del centro quedó afectada emocionalmente, por lo que llamó al servicio médico de la empresa. La Policía Local encontró a una decena de personas escondidas en una frutería de la que no querían salir por miedo tras el tiroteo.

Sin embargo, al detenido se le encontraron 1.200 euros, según la policía, que cree que pudo apoderarse de ellos en alguna caja aprovechando la huida generalizada. El sospechoso fue tirando los billetes al aire y al suelo. Se le encontró además una botella con gasolina y cartuchos. Quedó detenido como sospechoso de varios delitos: robo con violencia, atentado, daños, tenencia ilícita de armas y tentativa de homicidio. En todo caso, su forma de actuar no se considera normal. Se supone que el arrestado padece algún trastorno psicológico y su actitud era de querer llamar la atención, según fuentes policiales. Era conocido como cliente del súper y vecino de la zona. La escopeta estaba a nombre del padre del detenido, que no tenía antecedentes policiales.

Un policía local fuera de servicio dio el alto al atacante, que fue rápidamente detenido

Carlos Pérez, un agente de la Policía Local que estaba fuera de servicio e iba al supermercado, tuvo el valor de enfrentarse al atacante en un momento en el que todas las personas que había dentro huyeron. «Vi mucha gente que salía corriendo y un empleado me dice que hay alguien disparando. Escuché cinco o seis detonaciones. Y cuando yo estaba con él disparó dos veces, una hacia dentro y otra hacia fuera. Luego dejó de disparar», relata el agente.

El policía había entrado con su arma reglamentaria y se identificó ante el sospechoso. Le dijo que depusiera su actitud y dejase el arma, pero el joven no hizo caso. «No se le entendía lo que decía. Se le veía cara de ido», recordó Pérez. Se giró en sentido contrario al agente y efectuó un disparo, se volvió hacia donde estaba él y tiró contra la cristalera. El policía relató que esperó fuera por si salía el sospechoso y enseguida llegaron coches de la Policía Nacional. El jefe del dispositivo de este cuerpo le conminó a que se entregase y el atacante levantó los brazos y se arrodilló, momento en el que el agente local y funcionarios de la Policía Nacional lo inmovilizaron y le pusieron los grilletes. El supermercado permaneció cerrado, aunque el personal de la tienda se tranquilizó después del «impacto brutal», según fuentes de la empresa.