De los círculos al poder del caudillo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

Pilar Canicoba

En dos años, Podemos ha pasado de ser una fuerza asamblearia a un partido en el que el líder lo decide todo

17 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En enero del 2014, Podemos nació como un partido de clara vocación asamblearia, organización horizontal en círculos y poder descentralizado. Dos años después, no queda nada de aquello. El golpe de mano que acaba de ejecutar el secretario general, Pablo Iglesias, para asumir todo el control orgánico y laminar cualquier disidencia culmina el fin de ese sueño, poniendo de relieve que el partido se ha transformado en una organización rígida y caudillista. La carta enviada por Iglesias a la militancia para ordenar el cierre de filas, titulada Defender la belleza, y el comunicado en el que se consumaba la destitución del secretario de Organización, Sergio Pascual, mano derecha de Íñigo Errejón, ejemplifican esa forma autoritaria de ejercer el poder interno.

¿Puede haber en Podemos discrepancias internas?

«En Podemos no hay ni deberá haber corrientes ni facciones que compitan por el control de los aparatos y los recursos». Esa es la advertencia lanzada por Iglesias en la carta a toda la militancia. La crisis en la Comunidad de Madrid hizo reaccionar fulminantemente a un Iglesias cada vez más temeroso de perder el control en un momento decisivo y rodeado de un nuevo círculo de confianza personal, porque cada vez confía menos en Íñigo Errejón y Carolina Bescansa.

¿Un ataque orquestado desde el exterior?

La reacción de Iglesias achacando la crisis interna a un ataque exterior y en concreto del PSOE para «acabar con Podemos, desgastarnos al atacar aquello que nos diferencia del resto de actores: la unidad y la belleza de nuestro proyecto político», recuerda al discurso caudillista que achaca todos los males propios y la división interna al enemigo exterior. Si en el caso de Franco la decadencia española se atribuía siempre a la conspiración judeomasónica comunista internacional, en el caso de Iglesias la crisis de Podemos es por un ataque de los «sectores oligárquicos».

¿Está descentralizado el poder en Podemos?

Las seis crisis territoriales abiertas en Podemos y la manera de resolverlas, tratando de imponer siempre a dirigentes afines al propio Pablo Iglesias, excepto en el caso de Cataluña, donde se cede ante el poder de Ada Colau, evidencian una organización férreamente dirigida desde la secretaría general, en la que la descentralización es solo una apariencia y en la que la organización en círculos, germen de Podemos, está totalmente superada. En el caso de Galicia, la desautorización pública al líder, Breogán Rioboo, en cuanto cuestionó la estrategia impuesta por Iglesias de mantener la alianza con Anova en las autonómicas, pone de manifiesto que la organización territorializada del partido es solo una mera formalidad.

¿Qué familias hay ahora mismo en Podemos?

Pese a la negación de las discrepancias, en Podemos hay tres familias con estrategias enfrentadas. Los errejonistas, moderados y proclives al acuerdo con el PSOE; los pablistas, con un discurso más agresivo contra el PSOE, aunque sin descartar el pacto, como se vio en el discurso de Iglesias en el Congreso sobre los GAL; e Izquierda Anticapitalista, más a la izquierda y más crítica con el PSOE, y que exige recuperar el poder de las bases.

¿Hay decisiones colegiadas o solo manda el líder?

La forma en la que Pablo Iglesias fulminó personalmente y sin debate interno al número tres del partido demuestra quién tiene todo el poder. En un comunicado emitido cerca de las doce de la noche, Iglesias, anunciaba que «la secretaría general de Podemos» (es decir, él mismo) «lamenta comunicar el cese de Sergio Pascual», al que se achaca «una gestión deficiente cuyas consecuencias han dañado gravemente a Podemos». «Las competencias de esta secretaría serán asumidas a todos los efectos por la secretaría general» (es decir, él), concluye. Iglesias lamina a Pascual, afín a Errejón, pero mantiene en Madrid al criticado Luis Alegre, de su total confianza.

¿El poder por encima de cualquier consideración?

La posición adoptada por Pablo Iglesias tras las elecciones, en la que supedita cualquier pacto político a que él sea nombrado vicepresidente del Gobierno es una enmienda a la totalidad a lo que él y el resto de dirigentes sostuvieron siempre: que nunca entrarían en un Gobierno que no presidieran y que nunca negociarían sillones, sino ideas y propuestas.

Las frases del líder

«He mandado a Bescansa y a Errejón a Siberia por disidentes». El tuit humorístico para negar las diferencias se volvió contra él cuando laminó a Pascual.

«No quiero acabar esta carta con un saludo, sino diciéndoos que os quiero. Pablo Iglesias (secretario general pero, ante todo, vuestro compañero)». El tono de la carta enviada a la militancia y la forma de despedirse denotan un tono paternalista y de líder supremo. 

«Del mismo modo que un gobernante debe tomar decisiones difíciles, a veces un secretario general también debe hacerlo». Horas antes de fulminar al secretario de Organización y número tres de Podemos, Sergio Pascual, Iglesias trataba de justificar así el golpe de mano que preparaba para asumir todo el poder orgánico del partido.

«En Podemos no hay ni deberá haber corrientes ni facciones que compitan por el control». La respuesta del secretario general a la crisis desatada en Madrid advertía que no se tolerarían discrepancias internas.

«La secretaría general de Podemos lamenta comunicar el cese de Sergio Pascual». Iglesias habla en tercera persona de la secretaría general de Podemos, un puesto que solo encarna él mismo.