«Cando a festa desaparece nun piso aparece noutro»

T. M.

GALICIA

Xosé Manuel Durán se enfrenta de vez en cuando a jolgorios que empiezan a medianoche y llegan a su apogeo a las cuatro de la mañana, cuando las copas empiezan a hacer efecto de verdad

22 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay años que a uno le toca la china. La de las fiestas en los pisos vecinos hasta las altas horas de la madrugada. La de decenas de jóvenes bebiendo en casa. La de no poder dormir los jueves. La de llamar a la puerta y pedir por favor que bajen el volumen. Y la de, finalmente, llamar a la policía para que se hagan cargo de la situación. Esa china le ha tocado a unos cuantos este curso en Santiago, una de las ciudades en las que el problema del botellón ya no existe, pero que todavía sufre las fiestas en los pisos. Hay problemas de convivencia en el Ensanche. Desde Santiago de Chile a Ramón Cabanillas, pasando por la rúa Nova de Abaixo. «Depende un pouco dos inquilinos, porque hai estudantes que en vez de vir estudar veñen facer outras cousas». Lo dice Xaquín Mato, presidente de la asociación de vecinos del Ensanche al que las fiestas universitarias le han dado la murga alguna vez. Este año, en su edificio, hay de nuevo fiestas, pero el problema se va atajando. Especialmente hablando con los propietarios de los inmuebles «que toman cartas no asunto». Desde hablar con los estudiantes hasta no volver a alquilarle el piso al siguiente curso para evitar de nuevo que los vecinos se pasen los jueves en vela.

También en el edificio de Xosé Manuel Durán, que se enfrenta de vez en cuando a jolgorios que empiezan a medianoche y llegan a su apogeo a las cuatro de la mañana, cuando las copas empiezan a hacer efecto de verdad. «Desaparece nun piso e aparece noutro», dice. Ha llamado a la policía en varias ocasiones «e veñen, pero ás veces tardan». La última vez, alrededor de una hora. «O peor xa non é o ruído que fan dentro, o peor é a hora na que baixan todos e o ruído que vén da rúa». No hay un patrón. La fiesta es esporádica. Pero cada 15 días puede haber una reunión de jóvenes tomándose algo que se va desmadrando hasta impedir el descanso de los vecinos. Él ya ha probado también a picar en la puerta y pedir un poco de silencio. Suelen decir que sí, pero al cabo de un rato vuelve la jarana. «Existiu toda a vida», tercia Mato. «Sempre houbo xudiadas». Eso sí. Él, que se levanta todos los días a las 5 de la mañana, lo tiene claro: «Cando beben, convértense noutras persoas. Rapaces que son un encanto e que cando os ves non os recoñeces».