A dos meses de unas generales trascendentales, y en medio de un abierto desafío secesionista, PP y PSOE se enredan en insensatas trifulcas internas que debilitan el liderazgo de Rajoy y Sánchez
28 oct 2015 . Actualizado a las 17:29 h.A dos meses de las elecciones generales, y en un momento dramático no solo en lo económico, sino también en lo político, España se ha convertido en un circo de tres pistas en el que el PP y el PSOE parecen competir por interpretar el número más estrambótico. Asistimos a un verdadero festival del disparate político en el que todo parece ya posible. El resultado de los comicios, y sobre todo la formación del próximo Gobierno, se presentan más inciertos que nunca. Y eso parece haber generado vértigo en las principales fuerzas políticas, que cometen errores garrafales en el momento más inoportuno.
En el PP, después de haber aguantado estoicamente sin excesivos conflictos internos un escándalo de corrupción sin precedentes y una legislatura durísima en la que el Gobierno ha maltratado a sus propios barones autonómicos, han bastado unos preocupantes sondeos para generar el caos. Al espectáculo dantesco de que dos ministros, y no unos cualquiera, sino el de Hacienda y el de Asuntos Exteriores nada menos, se insulten y se desprecien mutuamente en público, se une una política de comunicación que sigue siendo desastrosa a pesar del lifting llevado a cabo en Génova, que insiste en la prepotencia con anuncios como el de la España resucitada por el PP, que genera más indignación y rechazo que apoyos y empatía. La sensación es de descontrol y de falta de liderazgo de Rajoy.
Pero lejos de aprovechar el desorden del PP, y como si sintiera envidia de semejante desvarío, el PSOE ha decidido sumirse también en el disparate. La decisión de Pedro Sánchez de fichar a la exdirigente de UPyD Irene Lozano como número cuatro de la lista por Madrid, y la forma de comunicárselo al partido, resultan absolutamente incomprensibles en un momento en el que el PSOE necesitaba más que nunca la unidad en torno al secretario general. El resultado es que el líder socialista ha conseguido soliviantar a prácticamente todos los dirigentes territoriales, aunque unos lo expresen en público y otros no. Y lo ha hecho, además, de manera gratuita, porque Irene Lozano no va a sumar absolutamente nada al PSOE, más que problemas. El caso recuerda al empeño de Felipe González en fichar a Baltasar Garzón. Con la diferencia de que, al contrario de lo que ocurría entonces con el juez, la inmensa mayoría de los españoles no sabía hasta ayer quién era Irene Lozano. Hoy saben que es una exdiputada de un partido en ruina. Que primero llamó mezquino a un ex compañero de partido para defender a ultranza a Rosa Díez; luego denigró a Díez para intentar liderar UPyD; después cargó contra UPyD para intentar fichar por Ciudadanos, y ahora ficha por el PSOE, al que se hartó de llamar corrupto. Y no son pocos los socialistas que creen que, al igual que ocurrió con el juez y Felipe González, Lozano acabará revolviéndose contra Sánchez cuando no vea colmada su ambición.
El resultado de todo este desmadre es que los dos partidos con mayores opciones de gobernar España están enredados en estériles y pueriles debates internos cuando restan apenas 60 días para unas elecciones y con el país sumido en la mayor crisis de la democracia por el desafío independentista en Cataluña.
Unió quiere tener en Madrid la voz que le niega Cataluña
En esa España circense de la que hablamos más arriba, hay quien está dispuesto a rizar el rizo. Si algo dejaron claro las pasadas elecciones catalanas, es que Unió Democrática y su presidente, Josep Antoni Duran i Lleida, han sido durante 38 años el partido y el líder más sobrevalorado de España. Rota la coalición que formaba con CDC, Unió no consiguió un solo escaño en las elecciones catalanas. Pero Unió y Duran siguen y se presentan al Congreso. Podemos asistir así al no va más de que un partido nacionalista sin representación en la nación que da sentido a su existencia, tuviera representación en el Congreso. Y que Duran, al que no quieren en su tierra, siga dando lecciones a todos en el Parlamento.
Pretenden convertir a Feijoo en el candidato a palos
Hasta ahora era poco menos que una leyenda urbana atribuida a periodistas aburridos y con ganas de enredar. Pero ya es oficial. Existe, por increíble que parezca, un sector en el PP que todavía considera posible que, a dos meses de las generales, Alberto Núñez Feijoo sustituya a Mariano Rajoy como candidato del PP a la presidencia del Gobierno. Y no solo es que lo crean posible, sino que trabajan activamente para ello. La constatación de ese hecho ha asustado al propio Feijoo, que se apresuró primero a asegurar que no será candidato y luego a decir que Rajoy es el mejor cabeza de cartel para el PP. Pero a algunos no les vale ni siquiera esa negativa y pretenden convertir a Feijoo en candidato a palos.
Sánchez no perdona a Seara la campaña de las primarias
En el PSdeG, algunos han olvidado la dureza y el juego sucio que caracterizaron la campaña de las primarias del PSOE. Aquel episodio concluyó con una animadversión irreconciliable entre Pedro Sánchez y un Eduardo Madina que todavía hoy sigue intrigando en contra del líder del partido y ni siquiera se molesta en disimular. La decisión de Sánchez de rescatar a Madina en las listas para evitar males mayores hizo creer a algunos que los pelillos estaban ya en la mar. Pero una cosa es que Sánchez prefiera tener al enemigo cerca para controlarlo, y otra que vaya a perdonar nunca a quienes quisieron hundirlo. Y por eso no resulta creíble la sorpresa de Laura Seara por el veto impuesto por Sánchez.