«Todos los días les oía discutir si me mataban o no»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

CÉSAR DELGADO

El empresario coruñés secuestrado en una casa de Lalín en enero del 2014 repasa «aquellos malditos 5 días»

06 nov 2022 . Actualizado a las 19:16 h.

El empresario coruñés Abel Diéguez fue encerrado en una choza inmunda durante una semana por un grupo de individuos a los que oía discutir entre ellos si lo mataban o no. «Cada vez que escuchaba sus pasos, cuando desatrancaban la puerta de la cuadra en la que me tenían retenido, creía que había llegado mi final. Estaba seguro que en cualquier momento iban a acabar conmigo», recuerda un hombre que fue secuestrado por error, pues los delincuentes lo confundieron con su hermano, que era la persona a la que verdaderamente querían capturar.

Ocurrió en enero del año pasado y, sin embargo, a día de hoy todavía no sabe lo que es dormir una noche entera. Ni él, ni su mujer, que era a quien los delincuentes dejaban cartas en el buzón de su casa o llamaban para decirle que o pagaba los 70.000 euros que pedían del rescate o a su marido le amputaban miembros poco a poco antes de matarlo. No se ha repuesto de aquello. «Me despierto sobresaltada, tengo miedo a todo», dice María del Pilar Vilela, que está sometida a un severo tratamiento psicológico.

Hace cuatro meses que Abel y Pilar fueron padres por segunda vez. A su hija le pusieron de nombre Victoria del Pilar. «Victoria, por haber sobrevivido, y Del Pilar, en agradecimiento a la Guardia Civil, a la que le debemos la vida y el cariño que nos dispensó», dice Abel, que fue, junto a su esposa, invitado al cuartel madrileño del grupo anti secuestros donde le rindieron un cariñoso homenaje. La foto del momento de su excarcelación comparte ahora habitación con la de Ortega Lara. Dos de aquellos fornidos hombres que lo liberaron acudirán en unos días al bautizo de su hija. Entre ellos se ha fraguado una inmensa amistad.

Sueños de un secuestrado

Abel, como su esposa, todavía se atragantan al hablar de aquellos «malditos» cinco días. ¿Cómo eran esas noches con un hombre armado a su lado? ¿Con qué sueña un secuestrado -en el caso de que sueñe algo-? «El primer día ya me dije a mí mismo que hasta ahí había llegado mi vida, que iba a morir. No dormía. Solo lo conseguía a ratos, cuando el cansancio me abatía. No tengo recuerdo de haber soñado, pero sí de ver ese túnel que ven los que están a punto de morir. Me venían a la cabeza cosas del pasado, vivencias. Fue una situación horrible», recuerda un Abel Diéguez que ha tenido que sentarse a hablar con su hijo para explicarle que por las noches no podía presentarse de repente en la habitación ni despertarle, que «papá no se encontraba bien y se pone malo cuando le hablan por las noches». «Un día apareció junto a la cama, me desperté y me sobresalté de tal manera que me dio un ataque de pánico. Es muy triste que algo tan maravilloso para un padre como que un hijo aparezca en la habitación para abrazarle, no lo pueda disfrutar», lamenta este empresario coruñés al que con embustes convencieron para citarse en un monte de Aranga y nada más llegar lo metieron en un maletero a punta de pistola.

Declaraciones de los detenidos

Las declaraciones de este pasado fin de semana del matrimonio mayor, dueño de la casa donde lo tuvieron secuestrado -salieron en libertad bajo fianza a espera de juicio- les han caído como una losa. «¿Cómo pueden mentir de esa manera? Decir que no estaba encerrado o que tenía mi móvil bajo el colchón, cuando él mismo me custodiaba armado con una pistola y me mantuvieron encerrado con la puerta atrancada, me golpearon y no paraban de amenazarme. Escuchar eso de las personas que me iban a matar... Si no fuera por la Guardia Civil estaría muerto. Pero bueno, la verdad saldrá en el juicio». Es más, recuerda que el segundo día de su cautiverio le encomendaron a ese hombre que lo vigilase, «le pusieron una pistola en las manos y le explicaron como utilizarla. Y luego va dando pena por ahí...».

Abel es consciente de que el bajo perfil de los secuestradores los hacía todavía más peligrosos. Más que banda, se trataba de una panda de la que se rodeó el cabecilla, y matiza: «Ese sí que es violento y con una larga y sangrienta trayectoria». Fueron ocho personas las detenidos y solo el matrimonio mayor salió de prisión.

El resto continúa, y por la cantidad de pruebas que hay en su contra, pasarán muchos años más en la cárcel. Así lo afirma el abogado que representa a Abel Diéguez, el penalista Ramón Sierra.