Ourense, la política bajo sospecha

serafín lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La petición de procesar al socialista Pachi Vázquez por supuesta prevaricación se suma a la condena del exbarón popular Baltar por ese mismo tipo de delito

18 ene 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

La política ourensana arrastra desde hace décadas su propio estigma. Las corruptelas que en otras provincias inflaman las denuncias de los partidos (de los contrarios al implicado, claro) provocan menos sobresaltos si suceden en Ourense. Como si gestionar con renglones torcidos fuera allí moneda de uso corriente. Y no lo es, aunque a menudo lo parece. El arsenal de evidencias es tan real como el pelotón de alcaldes de la provincia dispuestos a rebatirlas. Porque en la tierra del barón que se autoproclamó «cacique bueno» parece que resulta más complicado que fuera distinguir lo conveniente de lo legal. Y esa dificultad ni siquiera entiende de siglas.

Después de la condena, en julio pasado, del todopoderoso expresidente de la Diputación ourensana José Luis Baltar (PP) a nueve años de inhabilitación por un delito de prevaricación continuada, la Fiscalía ha pedido esta semana el procesamiento del que fue líder de los socialistas gallegos Pachi Vázquez por supuestas prácticas similares. El primero enchufó a 104 personas en el organismo provincial. Al segundo se le imputa la conversión en definitivas de numerosas contrataciones temporales realizadas en su etapa como alcalde de O Carballiño (entre 1995 y el 2005).

La metáfora redonda la aportó el viernes el actual presidente de la Diputación y del PP provincial. José Manuel Baltar apeló a la presunción de inocencia de Vázquez y reclamó ese trato «para persoas doutros partidos». Es decir, para su propio padre, condenado por el mismo tipo de delito que supuestamente se atribuye al contrincante socialista. La denuncia contra Vázquez se fundamenta en presuntas contrataciones irregulares sistemáticas en la alcaldía de O Carballiño, y por firmar un decreto por el que se hicieron indefinidos a seis trabajadores en el 2004 y una resolución por la que se contrató a otros 31 por un año en el 2005. El fiscal dice que, desde que en 1999 comenzó a gobernar con mayoría, «y sobre todo durante los años 2003, 2004 y 2005» se formalizaron numerosas contrataciones temporales que tornaron indefinidas por resoluciones judiciales previa denuncia, acuerdos con la Inspección de Trabajo o decreto de la alcaldía.

El exconselleiro, que alega que obró «no marco da legalidade», siempre ha visto tras esta actuación judicial un intento de poner palos en las ruedas de su futuro político. Cuando la Fiscalía Superior de Galicia formalizó la querella, en octubre, Pachi Vázquez expresó su sorpresa por que llegara 10 días después de anunciar su candidatura a las primarias socialistas para optar a la alcaldía de Ourense. Tras ser relevado por José Ramón Gómez Besteiro al frente del PSdeG, había decidido seguir entre todas las salidas a su alcance la misma que Abel Caballero eligió cuando perdió las elecciones gallegas, como le sucedió al diputado en el 2012. Pero la Fiscalía truncó ese penúltimo intento de Vázquez de prolongar su dilatada carrera saltando al último vagón.

La Justicia no entiende de salvavidas interesados, como el que le lanzó Feijoo en el 2012. Al adelantar al otoño las autonómicas, forzó al PSdeG a desistir de convocar primarias. Feijoo se aseguró así competir con un rival debilitado por la rebelión interna en su partido. Y Pachi Vázquez ganó tiempo ante un relevo cantado.

Por eso solo es una sorpresa relativa que la reacción de Besteiro ante la situación judicial de su predecesor sea más fría que la de Feijoo. Mientras este le desea suerte, el secretario general del PSdeG le recuerda que si es juzgado deberá renunciar al escaño. Muchos en Ourense evocan ahora cuando Vázquez apremió al ex alcalde Francisco Rodríguez (que había sido su compañero de gobierno en O Carballiño) a dejar el cargo mientras estaba en libertad bajo fianza. Ante la imposibilidad de localizarlo, le envió el mensaje al móvil de su pareja. «No es un farol», cuentan las crónicas que advirtió Vázquez. La política da muchas vueltas y en Ourense son más rápidas.

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