Un proceso con dudas razonables

A. M. A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

El jurado decide hoy si cometieron asesinato o actuaron en legítima defensa

11 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo que ocurrió aquella madrugada del 10 de julio del 2011 en esa vivienda de la avenida de Ferrol, en Pontedeume, es una tragedia difícil de entender. Lo primero que no se comprende es qué hacía un chico como Fernando Sánchez Grandal colándose por la noche en una vivienda ajena. Nadie de los que pasaron por la Audiencia esta semana se lo imagina siquiera. Buen estudiante, deportista, de familia acomodada y sin un tachón en sus 17 años de vida. Y aunque no se sepa nunca por qué lo hizo, lo cierto es que allí se presentó sobre las dos y media de la madrugada tras decirle a sus amigos que se ausentaba un momento. Entró en la casa por una ventana y al pasar por el pasillo vio su sombra la dueña de la casa, que despertó a gritos a su marido.

Lo que ocurrió a partir de ahí es lo que se juzgó esta semana y por lo que las partes no se ponen de acuerdo. El acusado declaró que al levantarse, sin gafas, se dirigió hacia el pasillo mientras su esposa fue a coger un cuchillo, que le pasó. Le gritaron que se fuera, pero el menor lo agarró por el cuello y se metió en una habitación, quedando la puerta entreabierta. Por ese hueco, introdujo su brazo armado el acusado, agitándolo de arriba abajo hasta que vieron como el intruso huía por una ventana.

Las acusaciones están convencidas de que no fue así. Se basan en las dudas que mostró un guardia civil, al entender la dificultad que entraña apuñalar con una puerta de por medio. Creen que el acusado se arrojó cobre la víctima acuchillándolo sin permitirle la huida.

Lo que vino después insufló de motivos a las acusaciones para pensar en que destruyeron pruebas y pusieron otras. Primero, porque tardaron casi una hora en llamar a la Guardia Civil. Segundo, porque el acusado habló con su yerno hasta en dos ocasiones hasta que este se presentó en la casa. Luego, porque la procesada limpió la sangre, tanto de la casa como del cuchillo antes de que llegaran los agentes. Y hasta creen que los acusados y su yerno le pusieron a la víctima las llaves de la vivienda en el bolsillo.