Kowabunga tendrá su homenaje

Francisco Varela FERROL / LA VOZ

GALICIA

Ángel Manso

Juan Abeledo, el histórico surfista socorrista, fue en 1927 alumno predilecto

10 abr 2013 . Actualizado a las 11:24 h.

Ya le llaman Kowabunga a Juan María Abeledo, el tan popular socorrista surfista que murió el pasado domingo a los 97 años. Su esquela, en la que se despedía, fue redactada por su hijo poco después de que falleciese, el pasado sábado. Luego lo incineraron y sus cenizas, como era su deseo, fueron arrojadas en el Pozo do Castro, un recuncho de la playa de Doniños. El Ocean Surf de Ferrol le prepara ahora un homenaje póstumo. La Golden Wave, una asociación de veteranos del surf, ya lo había homenajeado en el 2010.

Juan hijo, con el dolor de la pérdida de un padre, mostró ayer su satisfacción por la gran repercusión que tuvo su historia. «Es que mi padre era así de cojonudo». Desveló también que la historia del maestro republicano fue con Lázaro Blanco López. Comenzó en 1927 cuando Abeledo, con 11 años, fue designado para hablar ante las autoridades de Ferrol en el Día del Libro. Luego su maestro le regaló un libro con la dedicatoria «A mi alumno predilecto». Y el ejemplar lo guarda su viuda, Matilde Isabel, siete años más joven.

En una entrevista que le hizo Carlos Bremón para una revista surfera, Abeledo ya decía que tenía que preparar la mente para el último viaje, «porque quiero hacerlo alegremente, diciendo: ??¡Hasta aquí llegué!??». Le confesaba que nunca pensó que fuese demasiado tarde el haber comenzado con el surf a los 60 años cuando vio a su hijo. Decía también que le faltaba aprender el surf a vela, «pero Matilde no me deja».

Su alegría no dejaba entrever la dura vida que llevó: «Empecé a trabajar con 11 años, unas doce o trece horas diarias, descansando solo las tardes de los domingos».

Explicaba también uno de los secretos de la longevidad y la buena salud: «Ser buenos con los demás, dormir con la conciencia tranquila. Para mí es felicidad ver un gato que se estira tomando el sol». Vivió con Matilde, «sin dinero, pero felices disfrutando de las muchas cosas que sí estaban a nuestro alcance». Siempre Matilde. Abeledo también fue pionero en la pesca submarina cuando un amigo de Bazán le vendió un fusil Nemrod de dos metros. Había más pesca: «Yo le preguntaba a Matilde: ??¿Qué quieres hoy para comer???». Y se lo llevaba de vuelta de la playa de Doniños, hasta róbalos de seis kilos. Y nadando sin traje de neopreno, una modernidad. Como socorrista su primera actuación fue salvar a una pareja a punto de ahogarse. El primer traje de goma se lo entregó el Ayuntamiento. «Fue uno de los mejores regalos de mi vida, disfrutaba como un chiquillo», afirmó.

Sin embargo, a pesar de su pasado como salvavidas, apenas hasta el 2010 no se le tributaron los homenajes. Porque era popular, alegre y entusiasta, pero poco amigo de los laureles. Más bien, lo suyo era un amanecer, abrir la ventana de casa y saludar el día y echarse al mar, donde descansa.