El PP salvó la crisis utilizando tácticas de Mariano Rajoy

S. B. Pontevedra / la voz

GALICIA

22 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Si usted está leyendo estas líneas es que no se cumplió la profecía maya de que el 21 de diciembre del 2012 se acababa el mundo. Otros agoreros decían que no era el fin de la civilización, sino un cambio de ciclo. Eso es justamente lo que pasó ayer en el PP de Pontevedra: un cambio de ciclo del que el portavoz municipal, Jacobo Moreira, sale aparentemente reforzado de cara al futuro.

Primero, porque el órdago lanzado por los díscolos se resuelve con la salida de las dos voces más discrepantes a nivel interno, José Manuel Guillán y Begoña Laya. Segundo, porque Moreira supera la crisis -aunque según él esta nunca existiera- reforzado como la gran apuesta de futuro del PP en la ciudad. Y tercero, porque no es lo mismo dejarse a dos concejales por el camino que ver reducido su grupo de once a cinco con seis «no adscritos» enfrente.

Arrancó con los sueldos

La crisis duró 151 días. Los que transcurrieron desde aquel 23 de julio en el que el gobierno local retiró dos de las tres dedicaciones exclusivas a la oposición. Entonces eran prácticamente todos contra Moreira, ya que los cinco ediles que cobraban responsabilizaron al portavoz de adoptar una postura de fuerza que acabó forzando la drástica decisión del gobierno municipal, hoy recurrida por el PP en los tribunales.

Luego, el 19 de septiembre, cuando el gobierno local (BNG-PSOE) daba los primeros pasos para dotar de fondos el complemento de productividad con el que se compensaría a los funcionarios la paga extra de Navidad, Guillán anunció que el PP se abstendría. Y provocó un terremoto. Apenas cuatro horas después, Moreira desautorizó a su viceportavoz, que se lo tomó como una afrenta personal. Seis días después, en un pleno, se produjo el episodio más sonrojante en la reciente historia del PP en la ciudad de Mariano Rajoy: la ruptura de la disciplina de voto por parte de cinco de sus ediles, ¡cuando se votaba una moción planteada por su propio portavoz!

Sin hablarse

Desde entonces la ruptura, diga lo que diga Moreira, fue total. Tanto, que las dos facciones dejaron de hacer vida de grupo e incluso prácticamente de hablarse. El último episodio de desencuentro fue el pasado lunes, cuando Moreira obvió convocar a los «díscolos» al pincho navideño con el que se agasajó a la prensa local.

Mientras tanto, desde que se inició el PP utilizó una táctica que bien podría haber diseñado el propio Rajoy: dejar que pasara el tiempo, dejar que germinara la semilla de la desunión entre los díscolos y esperar para recoger los frutos. De hecho, la intervención de Alfonso Rueda, demandada por los críticos desde el minuto 1 de la crisis, no se produjo hasta el pasado martes. Igual que habría hecho Rajoy.

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