Manuel Bouza: «Me dan la razón, sí, pero también tengo la tristeza del recuerdo»

francisco varela FERROL / LA VOZ

GALICIA

ANGEL MANSO

«Salgo adelante para ejemplo de otros», dice tras ganar el pleito a la Xunta el padre de Oliver, el joven al que mató su madre

08 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Manuel Bouza, el padre de Oliver (el adolescente enfermo mental al que mató su madre y luego ella se quitó la vida), tuvo ayer una sensación agridulce al conocer la sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia que le da la razón. La Xunta deberá indemnizarlo con 36.000 euros por su responsabilidad patrimonial y no recurrirá el fallo. El tribunal considera que la Administración fue responsable al enviarles de vuelta a casa a Oliver, entonces un muchacho muy corpulento de 17 años que se había vuelto violento. Había una gran incompatibilidad entre el chico y su madre, y ella misma había advertido públicamente que tenía miedo a no controlarse. A pesar de ello, a Oliver no lo internaron en un centro permanente porque no existía. Desgraciadamente, como Manuel suele decir, poco después se montó un centro especial para casos como el de Oliver.

-¿Cómo se encuentra tras la sentencia?

-La sentencia me dice lo que tiene que ser, me dan la razón. En resumidas cuentas: se hizo justicia. Pienso que no deberíamos haber llegado aquí, pero aunque sea tarde al menos me queda la satisfacción de que le dicen a la Xunta que son los culpables de todo lo que pasó. Dice muy bien la sentencia que acercaron la cerilla a la pólvora cuando nos mandaron para casa a mi hijo.

-¿Está recuperado de todo aquello?

-Recuperado entre comillas, como dicen ustedes los periodistas. Me alegró porque me dan la razón, sí, pero al mismo tiempo me trae a la memoria todo. Por eso la alegría viene también acompañada de tristeza, de la tristeza del recuerdo. Me da una vuelta el cuerpo. Estos días, desde que el abogado me dio la noticia, estoy otra vez como flotando, como medio flotando. Porque uno no se cura nunca de esto. No puedo dormir como dormía.

-En todo caso, usted asume que se ha convertido en una persona popular por esta tragedia que le ha tocado vivir. ¿Cómo lo afronta?

-Es que la vida sigue. Recuerdo que en una ocasión, llevé en el taxi a un cliente que tenía a su hijo en peligro de muerte y le hablé de lo duro que es, porque si no fuese tan duro mi mujer no habría hecho lo que hizo, pero también le dije que tenía que salir adelante. También aprendí a saber escuchar... Es que la sociedad la tenemos que hacer entre todos, unos enseñando a otros, y a mí me tocó esto, por desgracia. Pero también sé que tengo que salir adelante para ejemplo de otros.

-¿A quién está agradecido?

-A la psiquiatra que me trató en los primeros momentos, a algunos compañeros que tuvieron cosas conmigo, después de aquello, de lo que estaré siempre agradecido. A mi familia...

-¿Pensó que podía ganar?

-Yo sí, pero creo que ellos [las autoridades autonómicas] nunca se creyeron que fuera a ganarla. Sin embargo, ahí está la sentencia.

-Usted se había dirigido por carta a Fraga antes de ocurrir lo que ocurrió.

-Así lo hice, pero no me contestó, no sé si fue porque no le llegó mi carta o por lo que fuera. A mí me dolió mucho entonces. Parecía como que mi problema no daba votos o no se creían lo que yo les decía y les advertía de que podía ocurrir algo. Y ocurrió.

Aquella tragedia sucedió en marzo del 2000 en un piso del barrio de Santa Cecilia, entre Ferrol y Narón. Manolo se cambió luego a vivir a un piso en Cabanas, cerca de la parada de su taxi en Pontedeume. Tenía solo aquel hijo, que nació ya con problemas de hidratación y falta de oxígeno, tras un parto complicado. Y ello fue el origen de los problemas conductuales que desarrolló después.