A media tarde de ayer, el tribunal que juzga a 22 de los 29 acusados por el intento fallido de introducir en Galicia más de seis toneladas de cocaína en el año 2003 a bordo del barco pesquero South Sea dio por concluida la primera parte del juicio, que comenzó el pasado lunes en la nueva sala de vistas de la Audiencia Nacional, en San Fernando de Henares, y que tiene una calendario de sesiones para cuatro meses.
Ayer declararon nueve acusados y, siguiendo el ejemplo de Carlos Somoza Miguéns, uno de los capos detenidos en la macro operación Retro-Fornos, cuatro de ellos reconocieron su participación en los hechos, unos plenamente -caso de Benito Rosal Lobato-, otros -como José Agra, Manuel Mejuto y Alberto Mejuto- solo en parte.
Algunos ya habían admitido los hechos ante el juez instructor, pero otros los reconocieron ayer por primera vez. Ello puede hacer que el fiscal modifique para ellos sus conclusiones provisionales y les rebaje entre 9 y 11 años la petición de pena.
Siete ausencias
El aspecto más destacable hasta el momento del juicio de la operación Retro-Fornos, la más importante de las llevadas a cabo por los servicios antidroga españoles en lo que va de siglo y cuya investigación se realizó entera desde Galicia, bajo la dirección del juez Vázquez Taín, es la ausencia de 7 de los 29 acusados, entre ellos el presunto cerebro de la rama gallega de la organización, Roberto Leiro Santos, y su brazo derecho, el ucraniano Eduard Orudzhev, Eduardo Kubantovich, para los que el fiscal solicita sendas penas de 40 y 17 años de cárcel.
El resto de los ausentes son tres colombianos y dos ucranianos, que se enfrentaban a condenas que oscilan entre los 17 y los 20 años de cárcel.
En privado, uno de los magistrados que integran el tribunal no ocultó su sorpresa ante el hecho de que acusados reincidentes, como es el caso de Roberto Leiro Santos y su lugarteniente, con las peticiones de condena que tienen sobre sus espaldas, obtuviesen la libertad provisional bajo fianza cuando llevaban solo uno y dos años, respectivamente, en prisión.
Especialmente llamativo resulta el caso de Leiro quien, estando ya en libertad provisional, fue detenido y liberado de nuevo dos veces, una tras ser detenido en Oviedo con dos kilos de cocaína en su poder y otra por blanqueo de capitales, en este caso junto a otros miembros de su familia, el pasado mes de diciembre.
Si en la primera sesión del juicio la estrella fue el ex contrabandista arousano Marcial Dorado Baúlde, acusado de haber vendido a Roberto Leiro la embarcación Nautillus , utilizada en una de las fases de la operación, por lo que se enfrenta a una petición fiscal de 17 años de cárcel, en la de ayer -«muy aburrida», según comentó a este diario uno de los abogados defensores-, los protagonistas fueron Manuel Mejuto Lorenzo y su hijo Alberto Mejuto Parga, propietarios de los barcos Zenith , North Sea y South Sea , abanderados en Senegal, que se dedicaban fundamentalmente al tráfico de cocaína.
Dos cargamentos
Manuel Mejuto había apalabrado un transporte de cocaína con una organización liderada por el coruñés Jorge Álvaro López, actualmente en busca y captura. Al mismo tiempo se comprometió con Roberto Leiro y Carlos Somoza y se las ingenió para cumplir con ambos y meter así dos alijos en el mismo barco sin que los propietarios de la mercancía conociesen esa circunstancia, a pesar de que unos y otros le habían adelantado importantes sumas de dinero como anticipo.
Las sesiones de la vista oral por el alijo del South Sea se reanudarán el próximo día 2 de marzo con la declaración de los testigos de cargo. El primero en hacerlo será Hermelino Alonso, jefe de Vigilancia Aduanera en Galicia.