¿Josep... o Pepiño?

GALICIA

MIGUEL VILLAR

El ciclista catalán que ayer se alzó con la medalla de plata en Atenas habla gallego y reivindica sus orígenes familiares de Baños de Molgas, que vibró con su hazaña olímpica

28 ago 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Meamá, una aldea del municipio ourensano de Baños de Molgas vivió su día más olímpico. Un rapaz que había crecido por sus corredoiras pedaleaba hacia el podio. La ficha técnica de José Antonio Hermida no miente cuando indica que nació en Puigcerdá (Girona), pero tampoco es menos cierto que toda sus familia, incluidos sus padres, son gallegos y que él se considera como tal. La veintena de vecinos de Miamá (el nombre autóctono que no aparece en el nomenclátor ) también lo consideran uno de los suyos. Lo vieron crecer y vibran cada vez que sube al podio. Por eso ayer fue día festivo en la localidad. Desde las diez de la mañana comenzaron a reunirse en el bar. Primero los familiares, con sus abuelos a la cabeza, y después todo el vecindario. Tan acostumbrados están a verle competir, que ni el octavo puesto en la salida les preocupó. «Sempre se deixa ir ó principio para despois ilos adiantando a todos». El comentarista del bar tenía razón. En la segunda vuelta el biker le pegó una pasada a todos y se hizo con la cabeza. Entonces comenzó el recital laudatorio del narrador televisivo y el enfado monumental de su peña ourensana. «¿Como que catalán?. Fixérono aquí, por eso lle gusta tanto o monte. É galego coma nós. Fala galego ata a súa muller», repiten con insistencia, hasta que su abuela, visiblemente nerviosa, aclara que en efecto nació en Cataluña. Con el ídolo en la cima comienza el torrente de anécdotas. Todos se acuerdan de alguna de sus fechorías. Hasta Isauro Hermida, su abuelo, se anima. «Eu tiña unha bicicleta que trouxera das Vancongadas e o primeiro que fixo foi quitarlle os guardabarros para levala ó monte». Y entre comentario y comentario la carrera avanza hasta el momento más crítico, la caída. Nadie se entera por culpa de la tele. «Tivo que pasarlle algo», comienzan a pensar. Confirmado el presagio se hace el silencio. El abuelo, que había prometido champán «se é primeiro», mantiene el rictus de seriedad, pero su vecino más próximo hace esfuerzos para neutralizar las lágrimas. Pero Baños de Molgas quería dar un impulso. La recuperación coincide con el momento de mayor aforo en el bar. «¿Cómo vai o Pepe, sigue de primeiro?», comenta una despistada. «Vai de terceiro». Entonces afloran los nervios y los análisis. «A clave vai estar nas subidas da última volta». Pleno. Pepiño remonta hasta la segunda posición a falta de una vuelta que se hizo eterna. Nadie se movía. Todos estaban más pendientes del tercero que de Absalon. Todos menos el ideólogo gallego de Hermida. «Que lle poñan un toxo ao francés para que pinche». La estrategia no surtió efecto. Absalon gana el oro, pero a continuación entra Hermida. Aplauso unánime, abrazos, felicitaciones y champán. El abuelo prometió cava por el oro, pero la plata bien vale dos botellas. «Só faltan as bombas», recordó alguno. Quedan para el recibimiento.