JUAN C. MARTÍNEZ MEDIO FERRADO
14 nov 2001 . Actualizado a las 06:00 h.Los signos no son propicios. Salen las cifras del IPC y, por primera vez, que uno recuerde, el encarecimiento de la enseñanza universitaria se señala como causa de las resistencias al descenso de los precios. Antes, el IPC acusaba a la enseñanza, en general, alguna vez. Pero sobre todo, acusaba al pollo, gran enemigo de la bonanza deflacionaria. Los enemigos cambian. Pero no sólo eso. Mientras los rectores piden al Gobierno que escuche el clamor de la universidad, la ministra del ramo dice que «nunca se aceptará un proyecto distinto». Pese a ser rotunda, la negativa parece más negociable que la sibilina afirmación del ministro portavoz, a quien por fin se le ve el gen gallego: «Todo cambio de trascendencia -dice- genera contestación, pero la contestación tiene su contrapunto en que se sea sensible a la misma». Parece, pues, que no hay solución a la vista, y sí voces y granizos (de las nubes caen piedras) como los que vio Juan en Patmos. Lo cual es lamentable en un sistema que otorga al diálogo el carácter de cimiento.