
Una veintena de novelas avalan la trayectoria del francés, un escritor con un estilo personal en el que afloran tres obsesiones recurrentes
30 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Fue un niño sin libros. Apenas había leído hasta la adolescencia. Como en una de esas películas que emiten los fines de semana después de comer, un ingreso hospitalario le cambió la vida. Una experiencia cercana a la muerte pondrían en el tráiler. Tenía 16 años cuando le operaron de urgencia de una infección pleural y estuvo semanas hospitalizado. Allí empezó a devorar todo tipo de literatura, a tocar la guitarra e incluso a pintar. David Foenkinos (París, 1974) descubrió el arte. Se asomó a la belleza y a partir de ahí la puso siempre por delante, convirtiéndose en uno de los escritores más prolíficos de la literatura en francés. Pocos pueden presumir de llegar a los 50 con veinte novelas publicadas, varias adaptadas al cine y traducidas a treinta idiomas. Y, sobre todo, pocos pueden presumir de haber triunfado con un universo tan particular y con historias tan pequeñas que casi lo más importante es cómo te las cuentan.
El escritor se ha reído tanto de su profesión y de sí mismo -llegó a publicar en el 2007 una novela titulada ¿Quién se acuerda de David Foenkinos? en la que se mofaba de su incapacidad para hacer una novela buena tras el pelotazo de El potencial erótico de mi mujer- que incluso da pereza defender su estilo. Su literatura es sutil, irónica e ingeniosa. Amigo de capítulos cortos, de segundas y terceras partes, ha convertido las interrupciones con datos y frases aisladas en todo un filón. En la relectura de su obra se autoedita con notas llenas de sarcasmo en las que, como un lector más, comparte sus pensamientos. Gracias a esas acotaciones a pie de página sabemos que una mujer llamada Alice nunca debería ser farmacéutica, que la belleza suiza es discreta y que muchos de sus diálogos se le hacen largos. Más allá de su peculiar humor, Foenkinos es capaz de recrear con todo lujo de detalles la frustración y las crisis existenciales de su generación. Disfruta poniendo la insatisfacción como eje para construir historias. Es una de sus tres obsesiones recurrentes, tres elementos en los que incide sea cual sea la trama.
1. La belleza
En su peor momento, un profesor de Arte huye de su ciudad y acepta un puesto de vigilante en el museo de Orsay. Esas horas sentado en un taburete ante los cuadros anestesian el dolor del protagonista de Hacia la belleza, una de sus mejores novelas. La búsqueda de lo sublime es una constante. Foenkinos se recrea en la belleza física de sus personajes femeninos, pero especialmente en la que aporta el arte. En todas sus vertientes. Sus textos están plagados de referencias a libros, películas, canciones y cuadros. Melómano empedernido, compaginó los estudios de Letras en la Sorbona con clases en una escuela de jazz. Se atrevió a unir estas dos pasiones y darle voz a Lennon para que narrase su vida en un experimento publicado en el 2011. Y años más tarde rescató del olvido a la artista de origen judío Charlotte Salomon en la novela que le valió el premio Renaudot.
2. Los cimientos de una pareja
Lo primero es la fábula de cómo se conocieron. Los miembros de la pareja se retroalimentan en un juego de dos que retuerce los recuerdos para convertirlos casi en un guion de ficción. Foenkinos lo dice con frecuencia y le encanta ponerlo en práctica. La delicadeza, su obra más vendida, es un claro ejemplo de que esa construcción de algo en común es su campo de batalla favorito. Los protagonistas de sus libros pocas veces se conocen en la fiesta de un amigo común o en una app. Siempre hay un asalto inusual o una manera de actuar fuera de lo normal que propicia ese primer encuentro. Le encanta esa épica inicial de la relación, cuyo desgaste también recrea en varias novelas, especialmente en la primera parte de Dos hermanas.
3. La insatisfacción
Un sentimiento negativo empieza a aflorar en la página diez y en mitad del libro la avalancha ya es inevitable. La nieve de la insatisfacción del personaje rodea al lector, que no tiene salida y observa como esa envidia, esa culpa o esa incapacidad para ser feliz va creciendo. Es la gran baza de Foenkinos. Empieza con un momento de tristeza, un esto ya no funciona o planes que se quedan cojos. Y mientras esa sensación se apodera del lector, el escritor se guarda un as en la manga. Un empujón final, un epílogo, una última estocada que te queda como sabor de boca. Normalmente agridulce, porque del pozo uno nunca sale impoluto.
Tres ejemplos de su obra

«La biblioteca de los libros rechazados» ¿Y si la mejor novela en años fuese de un pizzero bretón que nunca había leído un libro? En su obra menos personal, Foenkinos reflexiona sobre el mercado literario y el márketing. Editorial Alfaguara Precio 19,85 euros
«Los recuerdos» Érase una vez un duelo. El protagonista, desarraigado y cada vez más alejado de sus padres, siente la muerte de su abuelo como si perdiese la única raíz que sostenía el árbol en pie. Pero aprende a vivir de los recuerdos, los pasados y los que todavía crea. Editorial Seix Barral Precio 21,60 euros
«La vida feliz» Durante un paseo antes de una reunión de trabajo en Seúl, Eric Kherson se cruza con un pequeño negocio que le permite simular su muerte durante unos minutos. La experiencia le cambiará su forma pensar. Y también de vivir. Editorial Alfaguara Precio 18,90 euros