Arrancó ahí una vida de músico nómada, una locura que terminó derivando en un sueño todavía mayor llamado la Caravana Americana. Una suerte de banda itinerante conformada por músicos de lo más diverso: «Había un grado muy alto de fantasía. No fue exactamente una locura, está más relacionado con la creatividad. Lo entendí como una obra en sí misma. Mezclar a un tipo que hacía bachata en Santo Domingo con uno que hacía rock en Uruguay y otro que venía del folk en Brasil... Para mí, eso tenía todo el sentido del mundo. Fue algo muy personal. Mientras otros se compraron un coche o dieron la entrada para una casa, yo hice la Caravana Americana: mi sueño cumplido. Pero era un ideal, no una forma de vida viable. A no ser que seas millonario», reconoce Xoel. Esos días de aventura panmusical quedaron registrados por una cámara con la idea de hacer un documental que, sin embargo, hasta la fecha no ha visto la luz: «Hicimos un par de ediciones con las imágenes, pero no convencieron, y me metí a trabajar en mis discos y ya no tuve tiempo. Mi intención es que salga de alguna manera, porque merece la pena».
En busca de un nuevo sonido
Mientras, Xoel iba dando forma en su cabeza a lo que sería su música a partir de ese momento: «Muchas veces no sabía dónde estaba. La sensación era que, si no estaba detrás de algo nuevo, sí que era al menos algo muy personal. Con el viaje llegué a la conclusión de que todo lo anterior ya no me valía». Y el fruto de esa búsqueda terminó siendo Atlántico. Pero la gestación, como bien se explica en el libro, no fue fácil: «Hubo mucha frustración en el proceso creativo. Tenía un ritmo, pero le metía batería y no funcionaba, metía una eléctrica y tampoco, pero si me iba a instrumentos de música tradicional cubana me parecía demasiado un ejercicio de estilo... Encontrar el punto medio fue muy jodido, pero muy bonito. Esa búsqueda, saber que tienes algo pero no encontrar el camino para llegar, fue un proceso que viví con Juan de Dios Martín —productor del disco— en el que, cuando creíamos que lo teníamos, lo escuchábamos al día siguiente y volvíamos atrás».