Para algunos es un El señor de las moscas (novela de William Golding) en femenino, para otros una vuelta de tuerca a Perdidos (serie Lost de los 2000), pero lo que está claro es que es completamente adictiva. Yo me la devoré en un fin de semana. Y sí, es una serie de adolescentes, pero no para adolescentes. El horror, el misterio, el humor negro y la sangre, mucha sangre, dan un toque oscuro a esta historia creada por los guionistas de Narcos, Ashley Lyle and Bart Nickerson, que trata de un grupo de chicas jugadoras de fútbol de éxito en un instituto de Nueva Jersey que sufren un accidente de avión cuando se desplazan para competir en un importante partido. Caen en una zona salvaje de las montañas de Canadá, donde las, en principio, afortunadas supervivientes tendrán que salir adelante durante 19 largos meses.
Desde el primer momento las imágenes sugieren una evolución hacia el salvajismo/canibalismo (ya estarás pensando en aquella mítica ¡Viven! sobre la historia real del equipo uruguayo de rugbi que se estrelló en Los Andes) que pone la carne de gallina. La trama alterna dos espacios temporales: el que desarrolla la historia de supervivencia en el bosque y el que cuenta la vida en el 2021 (cuando ya han pasado 25 años de la tragedia) de las tres rescatadas que guardan un pacto de silencio sobre lo que realmente sucedió allí fuera. Una verdad que las atosiga y que las hace víctimas de un chantaje.
Una serie que se ve con sensación de escalofrío y que te impide apartar la vista, incluso cuando repugna.