Nacho Vegas: «Reivindico el derecho a cantar lo que nos duele»

FUGAS

El cantante Nacho Vegas.
El cantante Nacho Vegas. cedida

El músico asturiano, que asegura no entender la demanda de la Real Academia Galega, presenta en directo «Mundos inmóviles derrumbándose»

21 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha retornado Nacho Vegas (Xixón, 1974) a la primera persona. A su yo. Pero no para recrearse en un egocentrismo fútil, sino para indagar en los ardores del alma. De la propia. Y de la de la sociedad, también. En su noveno disco, Mundos inmóviles derrumbándose, se asoma por enésima vez al borde del precipicio. Incide de nuevo en una poética oscura y opresiva, exenta de melancolía. Por momentos desde una austeridad musical encordada a cierta épica. En otros, desde una luminosidad que contrasta, feroz, con la hiel de unas letras, cuando no hirientes, profundamente amargas. «Este es un disco anclado en lo confesional. Sentí la necesidad de escribir partiendo de realidades que eran especialmente complejas, crudas y dolorosas, incluso». Si bien, añade, «me he desprendido de aquel determinismo trágico que había en las canciones de mis primeros discos».

—Es cierto. Aunque relata no pocas tragedias emocionales, no asoma el nihilismo, que era algo muy de sus primeros discos.

—Sí, en aquellos años había en mí algo de derrotismo. De aquella resignación endémica de la Asturias de entonces. Eso fue algo de lo que enseguida me di cuenta que debía huir. Y escuchar a gente que llegó después, como Rodrigo Cuevas, Pablo Und Destruktion o Lorena Álvarez, me ayudó a ver que, joder, sí que se puede cantar desde Asturias con la cabeza alta.

—¿Fue eso lo que le llevó a detenerse en las músicas de raíz? ¿Qué le han aportado?

—Haber contactado con la raíz es lo mejor que me pudo haber pasado. No solo a mí. También a una escena como la indie, llena de vicios, de clichés e imbuida en una anglofilia que la asfixiaba. En Asturias, lo de bucear en el cancionero no solo lo ha hecho Rodrigo. También hay grupos buenísimos como L-R, que hacen posfolk asturiano, y muchas artistas que están reinventando la tonada. Hay que saber de dónde vienes para poder llegar lo más lejos posible.

—Las palabras y los conceptos que más se repiten en «Mundos inmóviles derrumbándose» son soledad, precipicio, desamor, pesimismo... ¿Va de eso el disco?

—Sí, en cierto modo va de eso. Son los sentimientos que percibí de forma muy palpable en los años en los que estuve escribiendo este disco. Hay en estas canciones una reivindicación de que tenemos derecho a cantarle a los momentos más infelices, a la soledad, a las cosas que nos duelen. No para regocijarnos en ellas, sino precisamente para combatirlas. Estamos en un momento en el que, aunque las cosas estén jodidas, parece que tienes que poner buena cara y mostrar siempre una sonrisa. Hay mucho pudor a la hora de hablar de las cosas que nos duelen y de nuestros momentos de infelicidad, pero forman parte de la vida también. Seguramente son incluso los que nos dicen que estamos vivos. Y eso es de lo que hablan estas canciones.

—Muchos artistas de su generación reniegan de la canción panfleto. Usted no solo la reivindica, sino que la lleva un paso más allá creando en «Big crunch» la «canción panfleto bomba».

—Sí, en la generación de la que yo vengo había una especial reticencia a hablar de cualquier tema que tuviera una dimensión social o política. Nunca entendí por qué. La música popular siempre ha sido permeable a los procesos sociales que tenían lugar en el momento en el que se creaba.

Por ejemplo, en los primeros años del indie, las canciones solo hablaban de temas íntimos e incluso especialmente amables. Se abrían muy poco las ventanas. Sí que noto en muchos compañeros de oficio miedo a posicionarse políticamente, pero yo creo que cantar siempre implica posicionarte con respecto a la realidad. Al final siempre estás cantando desde algún lugar. Y a veces importa menos lo que estás cantando que desde dónde lo estás cantando. En mi caso, el compromiso político forma parte de mi vida de una manera importante y no me ha importado asociarlo a mi trabajo en la música. Me ha parecido siempre algo natural. Pero entiendo que haya quien prefiera que sean esferas separadas.

—¿El no evadir ese compromiso político le ha generado algún problema artístico?

—No, que yo fuera consciente. Pero tampoco es algo sobre lo que haya pensado demasiado. No puedes dejar que esas cosas te influyan y tomar decisiones pensando en ello. Mi única premisa es la de ser absolutamente honesto conmigo mismo a la hora de escribir una canción. Y eso implica que, si tienes que cantar cosas que le resulten incómodas a otra gente, lo tendrás que hacer. Las canciones más íntimas también implican cantar desde una posición determinada y que haya gente a la que le provoque rechazo tu música.

—Le he escuchado decir que hoy en día ser rebelde consiste en hacerse facha.

—Sí, y es terrible. Antes de la pandemia, estábamos en una fase en la que lo preocupante era que se estaba normalizando el discurso de odio de la ultraderecha y que se estaba asumiendo el fascismo como una opción política tan válida como cualquier otra. Algo que ya me parecía preocupante. Pero es que ahora no es solo que se haya normalizado, sino que parece que mola. Y eso, uf... Hay que reconstruir muchos vínculos, muchos espacios colectivos y culturales desde los que intentar contrarrestar eso. Creo que vienen años difíciles.

—A usted que es un activista a favor de la oficialidad del asturiano, ¿qué le ha parecido la reivindicación de la RAG de que el gallego sea oficial en Asturias?

—La verdad es que me dio un poco de pena. Creo que lo que tenían que hacer era echarnos un cable y no poner más escollos. En realidad, lo que nosotros pedimos es la cooficialidad del asturiano central y del gallego-asturiano que se habla en la zona occidental, al que llamamos así porque es una variante dialectal que proviene del gallego. O sea que, de alguna manera, ahí ya hay un reconocimiento del gallego. Por eso, lo que yo esperaba era un apoyo desde Galicia. Que eso de que somos primos hermanos se demostrara también en esto.

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