-El disco lo produce Iago Lorenzo, a quien asociamos con sonidos más guitarreros (Agoraphobia, Furious Monkey House...).
-Y sí que hay guitarras por ahí, lo que pasa que muy manipuladas. El planteamiento de Iago es el del productor guiri. Rick Rubin, por ejemplo, lo mismo produce a Metallica que a LCD Soundsystem o a Johnny Cash. Y consigue sacar el máximo de todos ellos. Uno de los problemas que tenemos en España es que lo tenemos todo, desde los grupos a los productores o a los festivales, demasiado sectorizado.
-Cada vez utilizan más secuencias. ¿Son sus directos ahora menos orgánicos?
-Es que al principio llevaba más sintetizadores que Nacho Cano [se ríe]. Y cuando llevas tantos cacharros algo siempre falla. Eso nos generaba tal estrés que no conseguíamos disfrutar en directo, así que decidimos luchar contra nuestro miedo al qué dirán, simplificar un poco a nivel estético y automatizar cosas para estar más libres nosotros y permitirnos disfrutar. Es cierto que eso a mí me ha llevado a disparar más secuencias, a hacer un poco más de Dj y menos de músico, pero, no obstante, sigo tocando la guitarra, sintetizadores, midis... No hay, precisamente, pocos instrumentos en un concierto de Presumido.
-Una de las grandes bazas de Presumido es haber logrado hacer algo muy nuevo a partir de elementos que no lo son.
-Sí, y eso es algo totalmente intencionado. Siempre decimos que Presumido es un puente entre el pasado y el presente del pop electrónico. Claro que utilizamos fórmulas y sonidos que se utilizaban sobre todo en los 80 pero intentamos no ser un grupo nostálgico de aquellos años sino un grupo actual y actualizado.
-Entre sus influencias citan a Moderat, James Blake o Apparat, pero también a Lady Gaga o Taylor Swift.
-Sí, claro. Cuatro estaciones, al estar formado por cuatro epés con sonoridades muy diferenciadas nos permitió meter en el mismo saco, pero formando parte de un todo, influencias muy heterogéneas.
-¿El siguiente disco mantendrá esa variedad o se focalizará ya en una dirección?
-Pues mira, te lo adelanto. Íbamos ya a empezar a preparar el nuevo disco, pero tenemos tantas inquietudes y hay tantas cosas que queremos hacer, que las canciones en las que estamos trabajando ahora las vamos a ir sacando como singles sueltos, hasta que tengamos claro cuál será la línea y el concepto del tercer disco.
-Entonces, ¿esas canciones ya no formarán después parte del disco?
-No. Tenemos una cultura del desapego bastante desarrollada. De hecho Cuatro estaciones se publicó por entregas no por estrategia, sino porque no teníamos dinero para grabar un disco completo del tirón. Pero mira, funcionó.
-Varias críticas de «Cuatro estaciones» aluden a la «retranca» de Presumido. Yo he de confesarle que no se la veo.
-Creo que es un poso que quedó de Vendetta, donde sí que estaba presente. Pero dejé de usarla porque no todo el mundo la pillaba. Y como buen maestro que pude haber llegado a ser, tengo claro que cuando alguien no entiende algo la culpa es del profesor.
-Presumido puede ser un gran ejemplo para muchos grupos que se escudan en la dificultad de triunfar desde Galicia.
-Cuando no tenemos problemas nos los creamos. Entiendo que haya grupos que crean que no triunfan porque están lejos del centro. Pero si no tuviesen esa dificultad aducirían otra. Y soluciones siempre hay para quienes las trabajan. A nosotros incluso nos ha ayudado el ser gallegos. Cuando escribes a un festival o a una promotora no eres el enésimo grupo de Madrid que hace lo mismo. Ser gallego es un rasgo diferenciador y genera simpatía. Aparte, vivimos en España. Esto no es Estados Unidos, coño.
-Han reconocido muchas veces que Nacho y usted son completamente diferentes. ¿Cómo influye eso en su relación?
-Me atrevería a decir que ha sido una de las claves de nuestro éxito. Siempre hemos sido muy diferentes y creo que cada vez tenemos más claros los roles de cada uno.
-¿Cuáles son?
-Yo llevo la parte más creativa y la comunicación y Nacho se encarga de los aspectos más técnicos y de la producción. Eso a nivel de tareas. A nivel humano somos letras versus ciencias, impulsivo el uno y reflexivo el otro... Nos complementamos perfectamente. Sería horrible tener al lado a alguien igual que tú.
-¿Hacia dónde evoluciona la música de masas hoy en día?
-Ojalá tuviese una respuesta. Yo me veo como un defensor de lo que era la música hasta este momento. Pero hoy la música es otra cosa. Hay dos estilos que lo dominan y lo devoran todo, el trap y el reguetón. Pero todos mis ídolos son gente que han ido siempre a su puta bola, confiando en sus movidas y han conseguido triunfar por eso. Así que seguiremos defendiendo los valores musicales en los que creemos.
-¿Cómo llevan lo del sometimiento a la dictadura del algoritmo?
-Mira, con el primer single de Vendetta, Necrotú y yo, fuimos número 1 en el top viral, estuvimos en esa lista más de un mes y tuvimos cientos de miles reproducciones. Pero cuando fuimos a actuar a Madrid metimos 30 personas. Ahora, lógicamente, no tenemos tantas reproducciones porque no tenemos aquellos canales de distribución, pero llenamos salas y estamos en los mejores festivales. Ya está bien de la farsa de los algoritmos. Las cifras que de verdad valen son los tiques, tu caché y los discos que vendes.
A CORUÑA MARDI GRAS VIERNES, 22.00 10 EUROS
fernando molezún
El ciclo Los conciertos de Retroalimentación, ligado al blog musical de la Voz, ya tiene enfilado el primer tramo del 2020. Tras la experiencia para niños de la charla con música en vivo ¡Esto es pop!, que tuvo lugar el mes pasado en Afundación, llegan ahora tres fechas para adultos en horario nocturno.
Presumido
Viernes 7 de febrero • 22.00 horas • Mardi Gras • Entradas a 10/13 euros • El dúo ya estuvo presentando su disco de debut en el ciclo anteriormente y ahora repite. Tarci Avila y Nacho Dafonte vuelven con Cuatro Estaciones bajo el brazo. Tras toda la peripecia de la ruptura con su exsello, el empeño de su instrumentos, el crowfunding y el proyecto de cuatro epés acompañando las estaciones del año, ya se puede disfrutar de un álbum fantástico. Pop electrónico con un pie en Depeche Mode y otro en Beach House, aunque siempre mirando a Tino Casal. Todo ello envuelto en una puesta en escena espectacular que responde a su máxima: la fe de que algún día tocarán en estadios.
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