La muerte de la Duquesita y la extinción de un universo

FUGAS

afsdga

08 nov 2019 . Actualizado a las 11:35 h.

Desgraciadamente la ansiada aparición de Todo cambia pone fin a la excelente saga escrita por la narradora británica Elizabeth Jane Howard (Londres, 1923-Suffolk, 2014) y que integran además las novelas Los años ligeros, Tiempo de espera, Confusión y Un tiempo nuevo. Y es que las Crónicas de los Cazalet -que el sello Siruela empezó a publicar a mediados del 2017- han hecho gozar sin cuento al lector desprovisto de prejuicios. Porque no hay nada en ellas de vanguardista, ni de innovador, ni de arriesgado, ni estéticamente rompedor: desde el planteamiento más absolutamente convencional, que podría evocar perfectamente los caminos de la novela decimonónica, la autora inglesa relata con magnífica elegancia y sensibilidad el devenir histórico de una familia de clase alta desde los años de entreguerras 1937 y 1938 que ocupa el primer volumen hasta la segunda mitad de la década de los cincuenta en que se sumerge esta quinta entrega. Sin embargo, lo que parece mil veces visto o tan manido, contar las cosas con sencillez como hace esta exmodelo -que estuvo casada entre 1965 y 1983 con el poeta Kingsley Amis, padre del gran Martin Amis-, se sitúa muy lejos de estar al alcance de muchos de los prosistas reiteradamente ensalzados por la crítica más sesuda.

EN LA TELEVISIÓN Y LA RADIO

Porque no hablamos de los tiempos de Jane Austen ni de Henry James, ni siquiera del Evelyn Waugh de Retorno a Brideshead, Elizabeth Jane Howard publicó el primer tomo del ciclo en 1990 y en el 2013 llegaba el último a las librerías. Para entonces ya era todo un clamoroso éxito, al que habían contribuido las adaptaciones a la televisión y a la radio promovidas por la BBC. Resulta difícil, en este punto, no citar aquí la serie Downton Abbey. El fresco de un tiempo que traza Howard se convirtió de inmediato en imprescindible.

Todo cambia confirma la extinción de un universo desde sus páginas iniciales con el fallecimiento de Kitty, conocida como la Duquesita, la matriarca y sostén del clan. Las rígidas costumbres y viejas tradiciones dan paso a parámetros de libertades diferentes que fuerzan a las nuevas generaciones a cambiar, a aceptar también que la grandeza es patrimonio de otra época. En fin, una obra con aroma de clásico.