El ritmo de «Hotline Miami» llega a la Switch

Carlos b. torrado / a. a.

FUGAS

30 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Solo dos personas, Jonatan Söderström y Dennis Wedin, fueron las necesarias para crear una de las joyas independientes recientes del panorama gamer. Hace casi ocho años que el videojuego Hotline Miami vio la luz, y sorprendió a críticos y público por su novedosa estética neonoir -muy en el tono de la película Drive (2011)-, violencia frenética y su oscura historia, cargada de mensajes ocultos y referencias a la cultura de la década de los ochenta y de los noventa. Encarnábamos a Jacket, un misterioso hombre que cada noche se ponía una máscara de animal y la tomaba con los mafiosos de turno. Lo que no sabíamos es que su éxito y su adictiva jugabilidad era, en gran medida, por su espectacular banda sonora.

Entre neones y píxeles se cuelan melodías que nos transportan en el tiempo a la costa californiana de los 80 a golpe de sintetizadores y ritmos contundentes. En el juego cada golpe cuenta, y en su banda sonora es igual: cada nota se siente fresca, hipnotizante en ocasiones, eléctrica y vibrante. En tan solo un año, su secuela aumentó todo lo conseguido en la primera entrega.

En Hotline Miami 2: Wrong Number, volvemos a encontrarnos con el género synthwave -música electrónica donde gobiernan el sintetizador y las influencias de la música de películas y, cómo no, videojuegos-. Podemos escuchar canciones de las manos de M|O|O|N, Perturbator, Carpenter Brut, Jasper Byrne o Magic Sword.

Aprovechando la feria del videojuego en Colonia, la Gamescom, la compañía nipona Nintendo ha anunciado la llegada de Hotline Miami Collection a su consola más reciente, la Switch. Una nueva oportunidad para descubrir -si no se ha hecho aún- dos obras que ya se consideran de culto en la industria, y que han puesto de relevancia la gran popularidad de la estética vaporwave, influenciada en parte por la nostalgia ochentera, y en parte, por una búsqueda de una expresión artística subversiva, combativa y reaccionaria. Todo es posible en Miami.