Nombres comunes, pero no vulgares

La Voz

FIRMAS

19 nov 2014 . Actualizado a las 13:01 h.

La mitología y la morfología no solo sirven de inspiración a los científicos para bautizar a las especies que descubren, también los pescadores y gentes del mar recurren a ellas para nombrar a los pescados y mariscos. Por ejemplo, los ingleses y franceses llaman tritones a las caracolas marinas, como las de la especie Charonia lampas que habita en nuestras costas. Según la mitología griega, Tritón era el mensajero de las profundidades marinas y utilizaba una caracola a modo de trompeta para controlar la olas. Higinio, un célebre escritor hispano-latino natural de Valencia, cuenta en sus Fábulas que el sonido de la caracola de Tritón era tan terrible que los gigantes huían al escucharlo. Virgilio también menciona a Tritón en la Eneida.

El nombre común del pez ballesta (Ballistes capiscus) se debe a la forma de la primera aleta dorsal y al modo en que funciona. El primer radio es muy fuerte y espinoso y sirve para desplegar la aleta; el segundo actúa bloqueando al primero para mantenerla erguida, y el tercero permite que la aleta se vuelva a plegar cuando se destensa. El mecanismo es parecido al de un gatillo, que es otro de los nombres comunes del ballesta. También el pez ochavo (Capros aper) fue bautizado por su físico. El ochavo era una moneda española de cobre que equivalía a dos maravedíes y pesaba un octavo de onza (es decir, tres gramos y medio, puesto que la onza castellana pesaba 28,7558 gramos). La mandó acuñar por primera vez Felipe III (1578-1621), que reinó en España desde 1598 hasta su muerte. Esta época la conocemos como el Siglo de Oro español, así que el ochavo fue la moneda que manejaron maestros de la literatura universal como Miguel de Cervantes, Lope de Vega o Luis de Góngora. El nombre de la moneda parece muy apropiado para el Capros aper, ya el pez tiene forma redondeada, cuerpo comprimido y color anaranjado.